Sesenta años de fraternidad

El modelo de acción de Cáritas ha variado a lo largo de los sesenta años de existencia de Cáritas Diocesana. Ángel Ruiz Moyano de la Torre, secretario general de la institución en la actualidad, recorre la historia de Cáritas Diocesana, desde 1964.

En 1947 nace Cáritas Española como unificación de los Secretariados Diocesanos de Caridad y Acción Católica para organizar las ayudas que llegaban a España procedentes de América. Hasta el nacimiento de Cáritas Diocesana de Ciudad Real, el 4 de mayo de 1964, siendo obispo de la diócesis Juan Hervás, las parroquias de la diócesis, desde sus instalaciones y con el apoyo de fieles cristianos ayudaban a las familias facilitándoles los recursos necesarios para atender a las necesidades básicas. En esos primeros años se produjo un proceso de reflexión constante ya que, al tiempo que se daban ayudas, las comunidades parroquiales se preguntaban las causas de la pobreza. Eran tiempos complejos en los que cualquier valoración política o social podría tener consecuencias, pero era evidente que había que dotar a las personas más pobres de las herramientas necesarias para que pudieran desenvolverse en la sociedad, por eso se empezaron las clases de alfabetización o se iniciaron algunos proyectos de construcción de viviendas más dignas.

En 1986 se dan los primeros pasos para la constitución de equipos parroquiales, interparroquiales y arciprestales de Cáritas, en los que la formación sobre las causas de la pobreza, el análisis de la realidad y, sobre todo, la formación de los equipos de voluntariado generaron una red de grupos de Cáritas distribuida por todo el territorio diocesano. Una red que trabajaba en coordinación con otras entidades religiosas que desarrollaban su acción pastoral, sobre todo en ámbitos rurales y también con las entidades públicas de servicios sociales. Algunas de las acciones más significativas fue la ayuda a domicilio para personas mayores en las zonas de los Montes Norte o Montiel, y el apoyo a las familias que vivían en las fincas del Valle de Alcudia.

Otra de las iniciativas que Cáritas llevó a cabo fue la formación para el empleo durante los primeros años 90 del siglo pasado. Reuniones con vecinos de los pueblos concluyeron con la creación de varias cooperativas. Todas ellas en el marco del programa de animación comunitaria sustentada en los fondos europeos. Hubo otras iniciativas de formación laboral que comenzaron con jóvenes en una granja ecológica o con talleres de reciclaje de papel y cartón y reutilización de muebles antiguos. El proyecto Mambré en Almadén, con jóvenes en exclusión, proyecto coordinado con instituciones y entidades de la localidad, fue una iniciativa pionera en la zona. También hubo muchas acciones de formación con mujeres en Tomelloso, Ciudad Real, Puertollano, Pedro Muñoz o Manzanares.

Una de las decisiones trascendentales que se tomaron en esa década fue la contratación de trabajadores sociales, de forma que con la presencia de profesionales se garantizaba que las nuevas metodologías de intervención social permitieran a los equipos de Cáritas que poco a poco se iban creando, pasar de un modelo más asistencial a otro de proyectos y programas encaminados a la promoción e integración social. Además, junto con los sacerdotes de las parroquias, se fueron creando grupos de Cáritas donde la formación inicial de voluntariado fue esencial para ir dando el paso hacia los nuevos modelos de intervención social. La caridad se organizaba en torno a Cáritas. De hecho, los obispos españoles la definieron como el organismo oficial de la Iglesia Católica para la realización de la acción caritativa y social. Es, en sus palabras, «el amor entregado a los más necesitados, a los más pobres, a los más pequeños, a los preferidos del Señor».

De este desarrollo de los programas y proyectos de Cáritas, destaca la puesta en marcha de los programas de atención a personas sin hogar y de atención a personas con adicciones, ambos encaminados a favorecer la integración de aquellas personas que vivían en la calle y de aquellas que estaban sufriendo las consecuencias de las adicciones. La Casa de Abraham en Daimiel y el Centro Siloé en Ciudad Real son, respectivamente, la referencia de estos modelos de atención a las personas en situación de exclusión.
Quizá ocupe un lugar especial en la acción de Cáritas lo que fue el trabajo con niños y niñas de las comarcas de Montes, Valle de Alcudia, Montiel y Almadén. Fueron años de trabajo con aquellas familias y la propuesta de Cáritas era la única a la que podían acceder.

Los años 90 del siglo XX fueron un hito importante en la acción de Cáritas como consecuencia del genocidio en Ruanda. El impulso por parte de Cáritas Española de la Cooperación Internacional propició un estilo de hacer en nuestra diócesis pensando no solo en la captación de recursos económicos para paliar las necesidades de aquellas comunidades, sino en la toma de conciencia de que la acción de Cáritas abarca más allá de los límites diocesanos. La dimensión universal de la caridad ha vertebrado la misión de Cáritas en la diócesis de Ciudad Real.

Si algo configura la acción de Cáritas, es la vida entregada a lo largo de todos estos años, de miles de personas voluntarias

Y, si algo configura la acción de Cáritas, es la vida entregada a lo largo de todos estos años, de miles de personas voluntarias que, enviadas por sus comunidades cristianas, sirven a las personas más empobrecidas. La presencia de los voluntarios y voluntarias no es algo accesorio o prescindible, sino todo lo contrario, es innato a la esencia de Cáritas. Desde la primera asamblea en Herencia, en el año 1996, hasta la última celebrada en el año 2022, en el Seminario Diocesano, el voluntariado ha sido decisivo en el gobierno de Cáritas. La preocupación por su formación, así como por la incorporación de personas jóvenes, han sido una de las inquietudes manifestadas constantemente.

Con la crisis de 2007 a 2010, momento en el que nuestras comunidades empezaron a recibir personas de otros países —especialmente de Centro América, Centro Europa y África subsahariana— y la situación de miles de familias españolas empeoró, se hizo una reformulación en la acción de los proyectos de los equipos de Cáritas. El panorama social estaba cambiando. El modelo de acción social, donde la «persona se sitúa» en el centro de las acciones, es integrado en las intervenciones.

Durante la crisis del COVID-19 «Cáritas no cerró las puertas», las parroquias estuvieron alerta a las necesidades de tantas personas que vivieron las consecuencias de esta tragedia de alcance mundial. Muchas personas quedaron fuera de los sistemas atención social y la Iglesia, a través de Cáritas, apoyó intensamente.

Actualmente, Cáritas Diocesana de Ciudad Real mira con esperanza el reto de las migraciones, de las personas con adicciones o las que siguen viviendo en la calle, las mujeres en contexto de prostitución y el empleo como espacios donde generar sinergias para construir un mundo más justo. Siendo la clave de su acción la conversión de los corazones de las comunidades cristianas para construir espacios de fraternidad.
 
Por Ángel Ruiz Moyano de la Torre, secretario general de Cáritas Diocesana de Ciudad Real