«Que el Señor te siga ayudando a entregarte»

El pasado 19 de marzo, día de San José, el Seminario acogió la institución de acólitos y lectores y el rito de admisión a las órdenes sagradas.

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El obispo, don Gerardo Melgar, presidió la misa y subrayó la importancia de celebrar la institución y el rito en la solemnidad de San José, «el primer custodio de la primera vocación del primer sacerdote». La capilla mayor del Seminario se llenó con los familiares y amigos de los seminaristas, así como más de veinte sacerdotes de toda la diócesis.
 
En la primera parte de la homilía, se refirió al rito de admisión a las órdenes sagradas que celebró el seminarista José Ángel Callejas, natural de Manzanares: «Desde el primer momento en el que ingresaste en el Seminario ha estado presente en tu vida el discernimiento del camino por el que Dios te podía estar llamando. Poco a poco has ido dando pasos en este discernimiento vocacional, los acontecimientos y personas que Dios ha puesto en tu camino te han ayudado a hacer con libertad y con sinceridad este discernimiento vocacional». Explicó que una llamada más en su historia vocacional es el rito de admisión, en el que la Iglesia, a través del obispo, pregunta por su voluntad para ser ordenado sacerdote y lo admite como candidato oficialmente: «La Iglesia te considera capaz, con cualidades y con posibilidades de ser un sacerdote. Lo que ha sido objeto de tu discernimiento vocacional y lo que has ido descubriendo, discerniendo y afianzando, que es la llamada por parte de Dios al sacerdocio, se ve reforzado y fortalecido por la llamada de la Iglesia».
 
Recordó cómo Jesús comienza su vida pública llamando de una manera especial a aquellos que quiere que sean sus más íntimos amigos y colaboradores. Hablando directamente a José Ángel, le dijo: «Siente tú también hoy esta llamada por parte de Cristo. […] Hoy, cuando Dios te hace esta nueva llamada a través de la admisión a las órdenes sagradas, al aceptarla con alegría, estas manifestando la misma actitud que el joven Samuel diciéndole al Señor: Habla, Señor, que tu siervo escucha».
 
Para concluir las palabras que dirigió a José Ángel Callejas, el obispo pidió «que el Señor te siga ayudando a entregarte de lleno y en plena disponibilidad en la vocación sacerdotal, para que el mensaje salvador siga llegando, a través de ti, al corazón del mundo».
 
Por otro lado, habló a los tres seminaristas que fueron instituidos acólitos y lectores: Diego Planas, de Manzanares; Gabriel Rojas, de El Torno, y Pedro Julián Delgado, de Ballesteros de Calatrava. Don Gerardo recordó que el acolitado y el lectorado son ministerios laicales, pero que, cuando los reciben los seminaristas, son una afirmación pública, «ante esta comunidad y ante toda la Iglesia, de que vuestra vocación va llegando a su plenitud». Son la «expresión de vuestro convencimiento de que la vocación al sacerdocio es vuestra vocación y de que estáis convencidos de que con el sacerdocio vais a ser felices».
 
Para explicar el lectorado y el acolitado, don Gerardo aprovechó el relato de Los discípulos de Emaús, que muestra la unión entre la Palabra de Dios y la eucaristía: «Aquellos discípulos, primero experimentan como ardía su corazón mientras el Señor les iba hablando y explicándoles las Escrituras. La luz de la Palabra ablandó el corazón […] y suscitó en ellos el deseo de que se quedase con ellos. Les abrió los ojos para descubrirle en la fracción del pan».
 
«El ministerio del lector tiene como misión proclamar la Palabra de Dios, ayudar en la educación de la fe de los que van avanzando en el conocimiento de Cristo y anunciar a todos los hombres la Buena Nueva del Evangelio. Es necesario que estéis bien unidos al Señor», les dijo. Por otro lado, «quien recibe el ministerio de acólito está llamado a servir al altar con dignidad y con fidelidad».
 
Como recordó, ambos ministerios son laicales, pero también son un paso dentro de la formación para ser sacerdotes. Por eso, pidió a los seminaristas «que un día cada vez más cercano el centro de esta vida sacerdotal a la que aspiráis sea la eucaristía, el centro y el culmen de vuestra vida, porque es el centro y el culmen de la vida de todo cristiano y, sobre todo, de la vida de todo sacerdote», concluyó.
 
Después de la homilía, comenzó la institución de los ministerios. Después de llamar a los candidatos, don Gerardo invitó a todos a rezar por los nuevos acólitos y lectores, pidiendo que tuvieran «fidelidad en el servicio de la Iglesia». Después de bendecirlos rogando por su contribución a la edificación de la Iglesia les entregó, uno a uno, el evangeliario, con el que proclamarán la Palabra de Dios. Después hizo entrega de la patena con el pan para la celebración de la eucaristía, diciéndoles: «Vive de tal forma que seas digno de servir la mesa del Señor y de la Iglesia».
 
Para el rito de admisión a las órdenes sagradas, se llamó a José Ángel Callejas que, ante la comunidad, respondió a las preguntas del obispo. El rito se trata de un cuestionario en el que se pregunta al candidato si desea seguir por el camino emprendido hacia el sacerdocio. Después, el obispo «acepta con alegría» el propósito del seminarista, que seguirá unos años discerniendo su vocación y preparándose para el ministerio.