«Una constante historia de amor de Dios a cada uno de nosotros»

Esta mañana se ha celebrado en el Seminario de Ciudad Real la misa en la fiesta de san Juan de Ávila, con el homenaje a los sacerdotes que este año cumplen veinticinco, cincuenta, sesenta y setenta y cinco años como sacerdotes.

[Puedes ver un resumen en vídeo de la misa en este enlace]

Don Gerardo Melgar, obispo de la diócesis, ha presidido la misa, en la que él mismo celebraba cincuenta años como sacerdote. Ha asistido la mayor parte del presbiterio, acompañado los seminaristas mayores y las religiosas del Seminario. El único que no ha podido estar presente ha sido don Pedro Roncero, de 102 años, que celebra este 2023 las bodas de platino, setenta y cinco años como sacerdote.

En la homilía, don Gerardo ha agradecido la entrega de todos los presbíteros, especialmente de los que conmemoran su aniversario, agradeciendo además al Señor el ejemplo de san Juan de Ávila, «al que honramos como patrón del clero secular español y por el que damos gracias al Señor porque en él encontramos un verdadero modelo de seguimiento de Cristo sacerdote».

«Es un auténtico enamorado de Cristo, un enamorado al que tiene siempre presente en su vida, que vive desde Él, con Él y para Él

Ha subrayado dos rasgos del patrono del clero: por un lado, la centralidad de Cristo en su vida y en sus escritos y, por otro, «el celo evangelizador como mensajero y testigo del Evangelio». En este sentido, ha explicado que san Juan de Ávila «es un auténtico enamorado de Cristo, un enamorado al que tiene siempre presente en su vida, que vive desde Él, con Él y para Él. Cristo es la razón de la vida y del ministerio de Juan. Sólo está dedicado a dar a conocer a Cristo, a acercar a Dios a los hombres y, a los hombres, a Dios; para que se produzca ese encuentro con el Señor, se dejen amar por Él y ellos lo amen y encuentren en Él el sentido de su vida».

Tomando el ejemplo de san Juan de Ávila, don Gerardo ha deseado que la aspiración de todos los sacerdotes sea la santidad, «algo constantemente presente en la vida del sacerdote, a pesar de nuestros fallos y de nuestros pecados». Manteniendo un «celo apostólico sin límites, el sacerdote debe ser una persona apasionada por el Evangelio, que anuncia a Cristo con ocasión y sin ella, que habla de Cristo con verdadera pasión».

Gratitud
 
Además del ejemplo del santo de Almodóvar, don Gerardo ha puesto como modelo de fidelidad a todos los sacerdotes que celebran este año su aniversario. «Nunca hubiéramos seguido, ni hubiéramos sido capaces de vivir nuestro sacerdocio si Cristo no hubiera estado a nuestro lado, perdonándonos tantas veces y animándonos otra vez a que nuestra entrega fuera cada día más auténtica», ha dicho. Aunque haya habido sacrificios y errores, continuaba don Gerardo, «ha habido muchas satisfacciones y momentos de felicidad al servicio de Dios y de los hermanos». Ante esto, el obispo —él mismo celebra cincuenta años de sacerdocio— , ha dado gracias «en primer lugar, a Dios […], que ha sido siempre ese compañero y ese amigo infatigable que nos ha acompañado en los momentos de dificultad y en los momentos de facilidad, en los momentos de nuestra entrega y en los momentos en los que no hemos logrado todo lo que teníamos que lograr». Con la compañía de Dios, «nuestra historia personal y sacerdotal ha sido una constante historia de amor de Dios a cada uno de nosotros».

«Nuestra historia personal y sacerdotal ha sido una constante historia de amor de Dios a cada uno de nosotros»

Junto a la gratitud a Dios, está la gratitud a los demás: «Han sido muchas las personas que Dios ha puesto en nuestro camino, en el camino de la vida del sacerdote, y que han sido estímulo, apoyo y ejemplo para la entrega personal de cada uno de nosotros. Son tantos los sacerdotes que hemos conocido y a los que hemos seguido y a los que hemos imitado, cuya vida ejemplar ha sido un testimonio para nosotros. Ellos nos han impulsado cada día a un compromiso mayor desde el testimonio de su propia generosidad y entrega».

«Que la madre de los sacerdotes, la Virgen fiel, nos siga ayudando para ser como ella, fieles hasta el final y en todo lo que el Señor y para lo que el Señor nos llame»

Como ha recordado, tanto san Juan de Ávila como todos los presbíteros son una llamada al sacerdocio para todos los cristianos: «La fidelidad y la entrega de los sacerdotes que celebran el aniversario de su sacerdocio son la afirmación clara de que ser sacerdote merece la pena, que es posible mantenerse fiel y fieles a pesar de las dificultades». Y esto, no por las propias fuerzas, sino por la gracia del Señor que «va delante señalándonos el camino».

Don Gerardo ha concluido pidiendo a la Virgen su ayuda para la fidelidad de todos los sacerdotes: «Que la madre de los sacerdotes, la Virgen fiel, nos siga ayudando para ser como ella, fieles hasta el final y en todo lo que el Señor y para lo que el Señor nos llame».

Bodas de plata, oro, diamante y platino
 
Al finalizar la misa, en el momento de la acción de gracias, se ha homenajeado a los sacerdotes que celebran su aniversario. El primero ha sido el obispo, al que dos seminaristas han entregado un retrato pictórico como regalo de toda la diócesis.
 
Después, don Gerardo ha ido entregando un detalle a cada uno de los sacerdotes que cumplen años desde su ordenación: Luis Sevilla, Jesús Sáez, ODB, Antonio Esgueva, ODB, Juan Pedro Andújar, Vicente Fernándes-Espartero, Raúl López de Toro, Rafael Melgar, Álvaro Mohedano, Lorenzo Navarro, y José Carlos Redondo.
 
El encargado de dar las gracias en nombre de los que cumplen cincuenta años como sacerdotes ha sido el sacerdote salesiano Jesús Sáez. «Te damos gracias, Señor, no sólo porque nos has llamado y enviado al mundo como a tu Hijo querido, participando de su misión salvadora, sino porque eres tú mismo, con amor infinito, la fuente de nuestra respuesta amorosa a tu llamada».

Después, Lorenzo Navarro ha hablado en nombre de los sacerdotes que cumplen veinticinco años dando las gracias a Dios por «todos los dones que hemos recibido a lo largo de estos años», a las familias y a todas las comunidades por las que han pasado durante estos años. Del mismo modo, ha agradecido a todo el presbiterio su ayuda para «ser lo que somos, con su ejemplo, sus consejos, su dirección espiritual, su perdón sacramental y su cercanía».

«Te damos gracias, Señor, no sólo porque nos has llamado y enviado al mundo como a tu Hijo querido, participando de su misión salvadora, sino porque eres tú mismo, con amor infinito, la fuente de nuestra respuesta amorosa a tu llamada»

Antes de dar la bendición, el obispo ha vuelto a tomar la palabra para mostrar su alegría al celebrar el aniversario de un curso tan amplio como el de los veinticinco años, pidiendo a todos un esfuerzo para el trabajo vocacional, insistiendo en la necesidad de que haya sacerdotes «que hablen de Dios a la gente», una gran misión compartida: «Que sigamos entusiasmados por buscar entre nuestros jóvenes, entre nuestros feligreses, dentro de las parroquias, a aquellos jóvenes que apuntan al sacerdocio, que los animemos con la palabra y con nuestro ejemplo».
 
El himno a san Juan de Ávila cantado por todo el presbiterio ha sido el colofón a una jornada de oración, reencuentro y agradecimiento.