Este Miércoles Santo el obispo, don Gerardo Melgar, presidió la Misa Crismal en la catedral, con la bendición de los óleos y la consagración del Crisma.
A la celebración acudió gran parte del presbiterio, que renueva la promesas sacerdotales en esta misa, así como un buen número de fieles hasta completar el aforo actual del templo.
En su homilía, don Gerardo agradeció la entrega de los sacerdotes, animándolos a continuar cumpliendo las promesas que hicieron al Señor, «aquellas mismas promesas que, llenos de ilusión y con un corazón lleno de generosidad, hicisteis el día de vuestra ordenación sacerdotal. Es muy importante que lo hagamos de corazón y que con ellas volvamos a asumir en nuestra vida todo lo que ellas significan», ha dicho.
«Solamente desde la unidad, la comunión y el amor entre nosotros, nuestro sacerdocio será un signo creíble»
Además, alentó a todos los sacerdotes a vivir unidos, en comunión, algo que se expresa de manera concreta en la Misa Crismal, que «hace elocuente el signo de la unidad y comunión entre nosotros». En la misma línea, insistió en que «solamente desde la unidad, la comunión y el amor entre nosotros, nuestro sacerdocio será un signo creíble, elocuente y eficaz que ayude a los que no creen a acercarse al Señor, porque vean el amor que reina entre nosotros de tal manera que puedan exclamar, como lo hicieron los contemporáneos de la primitiva comunidad: mirad cómo se aman».
Después, el obispo bendijo el óleo de los enfermos al finalizar la plegaria eucarística. Del mismo modo, después de la comunión, bendijo el óleo de los catecúmenos y consagró el Santo Crisma.