Llamamos a nuestra religión una religión “revelada”, es decir, fruto de alguien –Dios- que se muestra, que se da a conocer, que revela su ser y su proyecto sobre el hombre.
Hay también otros modos de conocer a Dios. Se denomina a esto la vía natural, que es el modo en que la razón humana, partiendo de la observación de las realidades creadas, reflexiona, intuye, avanza hacia una imagen de un Dios que fuese el que hace posible todo cuanto existe. Sería como un camino de ascenso donde, desde la realidad del hombre, se apunta hacia lo divino.
Pero el Cristianismo es revelación, nace de otro, no es producto de la elucubración del ser humano. En esto compartimos la raíz con el Judaísmo. Es Dios quien sale al encuentro, esto es la Revelación. Es Dios mismo quien genera una relación con el hombre, que desemboca en una Historia Sagrada, o Historia de la Salvación. Es a través de personas y de acontecimientos históricos cómo Dios ha querido darse a conocer, siendo en su hijo Jesucristo donde se alcanza el culmen de esa revelación. Así, la fe para nosotros no es un intento humano por alcanzarle a él, sino que ha sido él quien se ha adelantado, dándonos un conocimiento de sí mismo incomparable con la pequeña capacidad de nuestra razón.
Dios revela quién es él pero también quiénes somos nosotros: en qué consiste nuestro ser, nuestra dignidad, nuestro origen y nuestra meta, que no es otra cosa que llegar a la plenitud de la vida en Él. Pero lo extraordinario de la fe no es que Dios se limite a comunicarnos conocimientos: es que Él mismo se nos da, se nos ofrece, vierte su ser sobre nosotros. Dios nos ha hablado, y a la vez se ha dado a nosotros. Todo un camino que se concentra en Jesús de Nazaret, el verbo, la palabra, el mensaje de Dios al mundo, que a su vez es Dios mismo con nosotros, el Emmanuel, en quien Dios entero se ha vaciado, se nos ha dado. Este camino descendente, de Dios hacia nosotros, pide ahora la respuesta a esa entrega. Y eso es la fe: acoger y responder a la revelación de Dios, recibiendo todo lo que él nos ha dicho, lo que espera de nosotros. Y entrar en esa comunión de vida: darnos al que se nos dio por entero, caminar hacia su mismo ser.
Por Juan Pedro Andújar Caravaca
Por Juan Pedro Andújar Caravaca
-
jueves, 20 de mayo de 2021
-
Dulce huésped del alma
-
miércoles, 28 de abril de 2021
-
Encontrarse con el Resucitado con corazón de mujer
-
lunes, 1 de febrero de 2021
-
En la barca samaritana de la Iglesia
-
sábado, 23 de enero de 2021
-
Un domingo habitado por la Palabra
-
jueves, 29 de octubre de 2020
-
El derecho a la vida y su cuidado integral
-
viernes, 12 de junio de 2020
-
Vidas fecundas
-
lunes, 18 de mayo de 2020
-
Lo que nuestra fe puede aprender de esta pandemia. Reflexión teológica
-
lunes, 2 de marzo de 2020
-
Rafael Torija de la Fuente, «el azucar de Dios»
-
miércoles, 4 de diciembre de 2019
-
«Voluntariado y gratuidad» en Cáritas
-
viernes, 25 de octubre de 2019
-
Ponle cara
-
martes, 19 de marzo de 2019
-
El Seminario: misión de todos
-
lunes, 8 de octubre de 2018
-
Estamos invitados a la fiesta de santo Tomás de Villanueva
-
miércoles, 20 de junio de 2018
-
«El milagro de la vocación se hace posible»
-
jueves, 14 de junio de 2018
-
«Sigue tu huella»
-
domingo, 20 de mayo de 2018
-
Discípulos misioneros de Cristo, Iglesia en el mundo
-
miércoles, 14 de febrero de 2018
-
Comienza la Cuaresma
-
miércoles, 14 de febrero de 2018
-
La ceniza
-
viernes, 2 de febrero de 2018
-
Un encuentro con el amor de Dios
-
domingo, 28 de enero de 2018
-
«¿El valor? Se le supone»
-
viernes, 5 de enero de 2018
-
Regalos de ternura, comprensión, perdón, cercanía, amor...
Listado completo de articulos