Efrén, diácono y doctor de la Iglesia

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    La iglesia de los grandes Padres, que se desarrolló esplendorosa a partir de la libertad otorgada en el s. IV, cuenta también con grandes cantores y poetas. 

    Este es el caso de SAN EFRÉN de Siria, que mereció se apodado "el arpe del Espíritu Santo". Como si el Espíritu Divino hubiera hecho resonar sus cantos en las cuerdas literarias y musicales de Efrén. 

    Nacido en Nísibe, el 306, quizá de familia cristiana, tuvo un maestro excelente en su obispo Jacobo. Y fue ordenado diácono sin atreverse nunca a ser sacerdote.
    El asedio y la conquista de Nísibe por los persas le forzó a huir con otros muchos cristianos y a establecerse en Edesa, que permaneció bajo el dominio imperial romano. Quizá fue Efrén quien fundó en Edesa la llamada "Escuela de las Persas". Murió el año 373. 

    En sus "Cantos nisibenos", nos ha transmitido el santo, con vena poética, las calamidades sufridas por los cristianos en la guerra, y los méritos que se granjearon los obispos durante el asedio persa. 

    Supo ensalzar en otros cantos a los héroes del tiempo. Loa anacoretas o monjes del desierto. Y combatió también en sus versos a los herejes que oscurecían la pureza de la fe. 

    Cantó a Jesús y a María como la belleza que supera cualquier otra belleza, porque ni Él ni Ella tienen mancha alguna. 

    Pero, como un buen diácono cuya misión era instruir a los fieles, no se contentó con esos cantos (aunque eran preciosa enseñanza doctrinal), sino que les comentó ampliamente en sus homilías numerosos pasajes de la Sagrada Escritura. Comentarios que han llegado hasta nosotros, aunque incompletos para nuestra desgracia. Listado completo de Santos