El joven Roberto Belarmino, perteneciente a una ilustre familia y sobrino de un papa, tenía ante sí un brillante porvenir. Pero él estaba decidido a ser religioso. Y, buscando una orden en la que por Constituciones se prohibiesen las dignidades eclesiásticas, se hizo jesuita.
Misterios de Dios. La decisión firme de huir del episcopado y el cardenalato no le evitó ni una cosa ni otra.
Tuvo Roberto Belarmino, antes de su ingreso en la Compañía, una formación literaria poco común. Los estudios eclesiásticos lo convirtieron en un excelente orador. Su predicación, según el gusto de la época, fue, al principio, muy barroca. Pero, con el tiempo, se fue haciendo más sencilla y evangélica.
No obstante, destacó más como teólogo. Su éxito en este campo se basó en el método teológico empleado en sus obras. No se limitaba a refutar los errores de sui tiempo, sino que estos le servían para una exposición orgánica de toda la doctrina cristiana.
Sus obras principales fueron, en primer lugar, las célebres “controversias”, que se hicieron famosísimas entre teólogos, y que llegaron al alcanzar hasta treinta ediciones en veinte años. También, una “Doctrina cristiana breve”, especie de catecismo para los niños, unido a una “Declaración más copiosa”, para ayuda de catequistas y profesores.
Fue también director espiritual, y luego, Rector del Colegio Romano, principal centro de formación de los jesuitas. Uno de sus alumnos fue San Luis Gonzaga.
La fama que alcanzó hizo que el papa Clemente VIII lo nombrase Cardenal, “porque no hay en la iglesia otro que se equipare en ciencia y sabiduría”, como dijo el mismo Papa en su nombramiento. Aunque Belarmino se opuso alegando su voto de no aceptar dignidades, el Papa lo dispensó de tal voto y lo obligó a aceptar el cardenalato. Años después, lo nombró arzobispo de Capua.
Como pastor, se entregó por completo a sus diocesanos. Predicó, enseñó, escribió, explicó la doctrina.
Entró en tres cónclaves. Llegó tener algunos votos para Papa. Dicen que quizá hubiese sido elegido de no ser jesuita.
En los últimos años de su vida, pidió al Papa le permitiese retirarse al noviciado de los jesuitas donde llevó una vida sencilla y escribió algunos tratados espirituales.
Murió a los ochenta años, el 17 de septiembre de 1621. El papa Pío XI lo canonizó en 1930. Y, al año siguiente, lo declaró Doctor de la Iglesia.
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Gregorio de Nisa, obispo
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11/01
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Higinio, papa
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12/01
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Antonio María Pucci, presbítero
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13/01
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Hilario, obispo y doctor de la Iglesia
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16/01
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Marcelo I, papa y mártir
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17/01
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Antonio, abad
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18/01
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Margarita de Hungría, virgen
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19/01
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Marcelo Spínola y Maestre, beato
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20/01
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Sebastián, mártir
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20/01
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Fabián, Papa y mártir
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21/01
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Inés, virgen y mártir
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22/01
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Vicente, mártir
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23/01
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Ildefonso, obispo
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24/01
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Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia
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25/01
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Conversión de san Pablo
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26/01
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Timoteo y Tito, obispos
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31/01
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Juan Bosco, presbítero
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01/02
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Brígida de Kildare
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02/02
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Nuestra Señora de la Candelaria
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02/02
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La Presentación de Jesús en el templo
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