Santo Tomás, Apóstol

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    Santo Tomás es uno de los Doce Apóstoles, llamado el Mellizo (Jn 20). Es muy conocido por no encontrarse, en el Evangelio de Juan, en la primera aparición del Resucitado a los discípulos. Por esto, cuando después se une al grupo, los discípulos le dicen: «Hemos visto al Señor»; pero él responde: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
     
    Los Doce tuvieron que esperar 8 días para la siguiente aparición de Jesús. Entonces sí estaba Tomás, al que le habla directamente el Resucitado, diciéndole: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Con la contestación de santo Tomás, el Evangelio afirma la divinidad de Cristo: «¡Señor mío y Dios mío!»; aprovechando la historia para hablar sobre la fe de los discípulos y de las generaciones cuya fe se base en los testigos: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto» (Cf. Jn 20)
     
    La tradición atribuye a santo Tomás la evangelización de Oriente, situándolo en Siria e, incluso, en la India. En cuanto a Siria, en el s. IV ya había allí, en Edesa, una iglesia dedicada al santo, relato que nos ha llegado a través de los escritos de la monja Egeria (año 380).  Listado completo de Santos