El tercer fin de semana de septiembre el pueblo de Fuenllana se preparó para celebrar las fiestas en honor a su hijo más ilustre, santo Tomás de Villanueva. Este año con especial dedicación, puesto que se celebra el cuarto centenario de la beatificación de quien llegaría a ser su santo paisano. Por esta razón, el sábado 15 de septiembre se convirtió en un día a marcar en el calendario de la historia del pueblo.
Al toque del ángelus, llegó a la plaza mayor el busto relicario procedente de Valencia, que contiene la calavera de Santo Tomás. La imagen presidió la eucaristía que, presidida por el obispo, don Gerardo Melgar, dejó pequeño el recinto por la cantidad de fieles que participaron en la celebración. La misa estuvo concelebrada por el vicario general, Tomás Villar; el párroco, Jesús Córdoba y sacerdotes del arciprestazgo del campo de Montiel, así como otros que estuvieron sirviendo en años anteriores en la parroquia.
Finalizada la misa, los participantes pasaron a besar las reliquias al templo parroquial, que está situado en una parte del antiguo convento de los agustinos, donde se conserva la pila bautismal en la que santo Tomás fue hecho Hijo de Dios, y construido sobre los cimientos de la casa de los abuelos maternos del santo, donde nació.
Por la noche comenzó la procesión con la imagen del santo, este año con un recorrido más largo, portada a hombros, precedida de muchos fieles, y de mujeres vestidas de mantilla y de falleras, que recordaron la Valencia donde santo Tomás desarrolló su actividad pastoral.
Las tres plazas menores de Fuenllana acogieron los momentos más importantes de la procesión: la presentación de ramos a la cruz con fuegos artificiales, la interpretación del himno de santo Tomás durante la ofrenda floral al mismo y la reverencia ante la imagen de la Virgen. Cuando la procesión llegó a la plaza mayor, las campanas anunciaron que el patrón volvía al templo que lleva su nombre.