Como es tradicional, en los días anteriores al comienzo de la fiestas en honor a la Virgen del Prado, la Caravana Blanca, la ofrenda floral y la eucaristía de enfermos y mayores a la Virgen del Prado, llenaron de esperanza la Catedral. Ha sido la más concurrido de estos últimos, así lo afirmó el Presidente de la Hospitalidad, Santiago Caballer, que considera que esta iniciativa tiene que ser ampliada en años sucesivos porque «los mayores y enfermos no pueden ser relegados en nuestra sociedad sino que les debemos el reconocimiento y cuidados que merecen». También quiso destacar Caballer que «la labor de los voluntarios es fundamental en esta iniciativa que cumple en 2018 cincuenta y cinco años» porque «sin ellos esta luz, esta fe rebosante de esperanza no sería posible». De la coordinación de esta iniciativa que organiza la Hospitalidad Diocesana de Lourdes se encarga Manuel López Francia y participan el Ayuntamiento, la Policía, numerosos efectivos de Protección Civil, autobuses AISA, ambulancias, etc. La Hospitalidad de Lourdes quiere agradecer a todos su amplia y generosa colaboración en la Caravana Blanca de cada año que hace de la ofrenda floral y de la eucaristía el mejor pórtico para las fiestas en honor a la Virgen del Prado.
Nuestro obispo, D. Gerardo Melgar, en la homilía destacó que igualmente que a los novios en las bodas de Caná les faltó el vino, a otros nos puede faltar salud, fe, esperanza y también ánimo para sobrevellevar la enfermedad con alegría. En ese pasaje del Evangelio, la Virgen María ocupa un lugar crucial y, por eso, con ella, decimos: «Haced lo que Él os diga». Sabemos que no es la Virgen la que realiza el milagro sino Dios mismo a través de ella.
Ayer, 13 de agosto, se podían descubrir dos cosas: fe y cuánta necesidad hay y que, con ella, se vive con esperanza. Especialmente la enfermedad es una situación y un estado «de necesidad especial, de especial dependencia, de necesidad de apoyo, de ayuda y de cariño» y así lo señaló nuestro obispo.
También el obispo Prior de la Diócesis de Ciudad Real señaló que hay muchas formas de vivir la enfermedad: «Sin aceptarla, sin esperanza, estando siempre enfadados con Dios y con los demás»; pero también, señaló, que se «puede vivir también sabiendo que eso es lo que a esa persona le ha tocado y tiene que aceptarlo y vivir con ello, aunque se pongan todos los medios». En esta última situación, afirmó el obispo, que esos enfermos viven su enfermedad «con alegría, con fe y con esperanza en que Dios les dará todo lo que necesiten para vivir su estado enfermo con esperanza y fe».
En este sentido, contó D. Gerardo su experiencia con una enferme terminal joven y contó en su homilía que era ella la que consolaba a los demás.
Ya al final se dirigió D. Gerardo a los familiares de los enfermos diciéndolos que son parte muy importante de la vida de cualquier enfermo animándolos a que la persona enferma se sienta querida, acompañada y atendida. A los enfermos les dijo que valoren los cuidados que reciben y sean agradecidos.
Refiriéndose, de nuevo, al pasaje de las Bodas de Caná, terminó nuestro obispo sus palabras pidiendo la intercesión de la Virgen María, de la Virgen del Prado, ante su hijo Jesús para que los enfermos vivan su enfermedad «con un talante creyente» y a todos con las palabras: «Haced lo que Él os diga» y que confiemos siempre en Él.
Junto al obispo, concelebraron la Eucaristía el Vicario General, Tomás Villar, el Consiliario Diocesano de la Hospitalidad de Lourdes, Enrique Galán, el Delegado Diocesano de Pastoral de la Salud y Capellán del Hospital, Francisco Guerrero, el capellán de la residencia de mayores del IMSERSO, José Rodríguez Ballesteros, y canónigos y sacerdotes de la ciudad.