El pasado sábado 14 de abril se celebró la misa en acción de gracias por los 450 años de la fundación del monasterio de San José de Malagón por santa Teresa, en una eucaristía que llenó por completo la plaza del convento y en la que el obispo agradeció en nombre de todo el pueblo los 450 de oración de las madres carmelitas.
La celebración comenzó a las once de la mañana, cuando los sacerdotes salieron al altar preparado fuera del monasterio para la ocasión, y en el que se encontraba la imagen de santa Teresa «sentada», de gran devoción entre los malagoneros y que solo sale de la clausura en fechas de gran importancia.
Monseñor Gerardo Melgar, obispo de Ciudad Real, presidió la eucaristía acompañado por los párrocos de Malagón, varios sacerdotes naturales del pueblo, algunos presbíteros diocesanos, el provincial de los carmelitas, y el predicador del Triduo, Mons. Fernando Chica.
En la homilía, el obispo comenzó citando a la propia santa Teresa en su Libro de las Fundaciones, cuando ella misma narra cómo un día de Ramos de 1568 «yendo la procesión del lugar por nosotras, con los velos delante del rostro y capas blancas, fuimos a la iglesia del lugar [actual Santa María Magdalena], adonde se predicó, y desde ahí se llevó el Santísimo Sacramento a nuestro monasterio». Entonces el monasterio solo eran unas casas en la plaza de la villa (casas de la Quintería), donde las monjas permanecieron durante 11 años, hasta que se concluyó el actual edificio, obra supervisada en primera persona por la santa y sufragada por una noble, Luisa de la Cerda.
Precisamente sobre la relación de Luisa de la Cerda y santa Teresa de Jesús continuó hablando monseñor Melgar, explicando cómo pudo situar, con algunas modificaciones de número de monjas y rentas, el monasterio en una pequeña población como Malagón, preocupándose a su vez de la cultura del pueblo, procurando que sacerdotes se encargaran de la enseñanza, del «hospitalillo del pueblo»; y una señora enseñara a las niñas las labores propias del tiempo.
El obispo continuó después subrayando la continuidad de la oración en el monasterio, que no se ha interrumpido en sus 450 años de historia, desde que se llevara el Santísimo desde la parroquia de Santa María Magdalena: «Aquella procesión del Santísimo Sacramento es y debe ser para los hijos de este pueblo, un signo viviente de lo que ella quiso dejarnos como herencia más valiosa: Jesucristo». Sobre esto, animó a los malagoneros a no reducir el centenario a un «mero recuerdo, a una exaltación de sentimientos ante la imagen de la santa», puesto que sería como «estar agasajando a una persona con los manjares más exquisitos a gusto del anfitrión, dejando a un lado las preferencias del agasajado».
Monseñor Melgar continuó explicando cómo la herencia más valiosa de santa Teresa es la fe en Cristo, en su presencia en la eucaristía. Aquí recordó cómo el sagrario del monasterio se sitúa sobre el olivo en el que se posó la paloma que «ella interpretó como la portadora de la voluntad divina, que había elegido ese lugar», y este es el verdadero centro al que Teresa dirige a los fieles: «No somos discípulos de santa Teresa, somos discípulos de Cristo; pero en ella encontramos un modelo auténtico de seguimiento del Señor». Después, continuó deseando para todos que la santa «sea nuestro gran modelo de cristiana […], que interceda por nosotros […], que su testimonio de vida desde Jesucristo y su voluntad sea para nosotros nuestro modelo […] y que nunca nos falte la oración intensa de sus hijas, las madres carmelitas».
Las monjas siguieron toda la celebración desde el coro alto, a través de las imágenes de un circuito cerrado de televisión. A ellas se dirigió monseñor Melgar para concluir sus palabras, dándoles las gracias, a «las presentes y todas las que han entregado su vida al Señor dentro de los muros de este monasterio de San José en estos 450 años desde su fundación hasta hoy. Gracias por vuestra oración por todos nosotros y gracias por vuestro testimonio de vida entregada a Cristo en la oración y el silencio. Seguid pidiendo a Cristo por nosotros».
Tras la celebración de la misa, con la bendición con indulgencia plenaria por el Año Jubilar, se dio a besar la reliquia de santa Teresa, a la que se acercó buena parte del pueblo. Por la tarde, la imagen de santa Teresa de Jesús «sentada» procesionó por las calles de Malagón, en una procesión que también presidió el obispo. Después, la imagen se llevó de nuevo a la clausura, de donde posiblemente no saldrá hasta los años sesenta del presente siglo.
El año jubilar que se celebra con motivo de este 450 aniversario concluirá el próximo octubre.