El domingo 16 de marzo tuvo lugar en el Seminario Diocesano la segunda convivencia de matrimonios con el obispo de este curso, que reunió a más de 30 familias.
Por la mañana, el obispo, don Gerardo Melgar, ayuda a los participantes a hacer una reflexión sobre la vida, la familia y la relación con Dios gracias a varias dinámicas y ejercicios. A última hora de la mañana, los matrimonios participantes tuvieron la oportunidad de confesarse.
Por la tarde, después de la comida, las parejas pasan un tiempo a solas para revisar la vida conyugal y familiar. Con este diálogo, los esposos continúan conociendo todos los aspectos de la vida matrimonial y familiar. El obispo invita a las parejas a que, al final de la conversación, se propongan algunos puntos en los que avanzar a modo de proyecto.
La misa es el centro de la jornada, el encuentro de toda la comunidad, de todos los matrimonios que, junto a sus hijos, participan en la eucaristía. El obispo, don Gerardo Melgar, se dirigió a los matrimonios hablándoles sobre las lecturas del segundo domingo de Cuaresma, especialmente del evangelio, que narró la Transfiguración. Sobre esto, don Gerardo insistió en la llamada que hace el Padre a todos para escuchar a Jesús, «la invitación que recibimos todos nosotros cada día. A Jesús lo tenemos que escuchar porque de Él es de donde aprendemos cómo debemos situarnos, cómo debemos comportarnos». Además, debemos preguntar muchas veces, dijo, «cuál es el plan de Dios sobre nosotros, sobre vosotros, los matrimonios».
«Que el Señor nos siga ayudando, siga dando la fuerza que necesitáis hoy para ser cristianos todos y que realmente logremos responder con generosidad a lo que Dios espera de cada uno de nosotros»
Este «plan de Dios» se dirige a toda la familia, en conjunto e individualmente, «también para vuestros hijos. A todos nos pone en camino», dijo. Explicó que este plan ha de asumirse en medio de una sociedad que no valora a Dios, «donde parece que esto de ser cristiano no se lleva» mientras se valora el dinero o el bienestar. Ante esto, «Cristo nos vuelve a llamar». Cuando perseveremos en responderle, el «Señor premiará nuestros esfuerzos».
Todo esto es, dijo don Gerardo, lo que se trabajó con los matrimonios durante toda la jornada, porque «Dios tiene interés en que cada matrimonio viva su vocación matrimonial, que cada familia viva como familia, que se rija por la norma suprema del amor que Dios nos ha dado y del amor que tenemos que hacer realidad entre nosotros. Una familia donde Dios esté presente, donde se valore realmente que Dios nos habla para cada uno de nosotros y nos está diciendo qué es lo fundamental de nuestra vida, porque lo demás pasa, pero el mensaje de Dios no pasará».
En este sentido, animó a las familias a seguir «en esta actitud de descubrir qué es lo que Dios quiere de vosotros en cada momento, como matrimonio, como familia, como hijos, como padres, como todo lo que somos. Desde luego, contáis siempre con la ayuda de Dios. Fiaros de Dios».
«Que el Señor nos siga ayudando, siga dando la fuerza que necesitáis hoy para ser cristianos todos y que realmente logremos responder con generosidad a lo que Dios espera de cada uno de nosotros», concluyó.
Después, todas las parejas presentes renovaron las promesas matrimoniales recordando el día de su matrimonio. Después, dieron las gracias a Dios por todo lo vivido durante el día y por sus años de unión conyugal.