El pasado domingo, 9 de marzo, se celebró en el Seminario Diocesano la primera tanda de las convivencias de matrimonios con el obispo este año. Se trata de las séptimas convivencias de este tipo que se celebran en la diócesis.
La actividad comenzó a las 10:00 h. con la acogida y la oración de más de treinta matrimonios. Después, el obispo inició el encuentro con varias dinámicas y ejercicios que posibilitan la reflexión personal sobre la vida, la familia y la relación con Dios. Se trata de hacer una parada en la vida cotidiana para hacerse preguntas, para pensar sobre aspectos de la vida que se pueden dejar de lado por otras urgencias. En definitiva, reflexionar sobre la vida familiar y matrimonial.
El trabajo del comienzo de la jornada desembocó en el examen de conciencia, que ayudó a cada participante a celebrar el sacramento de la confesión.
La primera parte de la tarde consiste en un diálogo entre los esposos, juntos revisan la vida conyugal y familiar. Sirve para que continúen conociéndose y para poner el matrimonio en el centro de la vida, mejorando la convivencia y haciendo descubrir a la pareja todos los aspectos buenos que hay en la vida matrimonial y familiar para seguir cultivándolos. Del mismo modo, en la conversación surgirán aspectos negativos, llamadas de atención para que el matrimonio mejore su relación. Al final de la conversación, cada matrimonio puede proponerse algunos puntos en los que avanzar, a modo de proyecto; o algunos aspectos que consideren cambiar.
La eucaristía, que presidió don Gerardo Melgar, cierra la jornada de convivencia. Es una acción de gracias por lo vivido que se encarna en el encuentro con el Señor.
Don Gerardo hizo un recorrido por las tentaciones que padeció Jesús, y que sufren hoy también los cristianos. Especialmente se centró en las actitudes «que vemos en Jesús a la hora de ser tentado por el diablo» en las tres tentaciones que presenta el evangelio.
«Que nosotros también seamos fieles al plan que Él tiene sobre cada uno de nosotros y le respondamos con generosidad y venzamos todas las tentaciones que nos vienen de un sitio y de otro»
La primera tentación, «a lo material, es muy común hoy. Hay mucha gente que cambia a Dios por el dios dinero, por el dios tener, por el dios material, pero realmente valora muy poco a Dios, que cuida de nosotros, que lo necesitamos para vivir nuestra vida y que, en definitiva, es al que tenemos que responder».
La segunda tentación es a la idolatría, «a lo que Jesús responde: No tentarás al Señor tu Dios. Nosotros estamos llamados por nuestra sociedad a cambiar al verdadero Dios por otros dioses», advirtió don Gerardo, que explicó que «por mucho que luchemos en la vida por tener más o para que sea mayor nuestro prestigio, nuestro poder, al final todo esto nos deja vacíos, porque llevamos dentro de nosotros la marca de Dios».
El obispo definió la tercera tentación como la «de la prepotencia y el poder». Son muchas las personas que «luchan hoy por ser los primeros, por ocupar los primeros puestos […] para que los demás piensen, no en lo que yo soy, sino lo que yo parezco».
En estas tres tentaciones, dijo, quedan «resumidas muchas de nuestras tentaciones, es decir, aquello a lo que nos inclina la mundanidad, el mundo y la sociedad en la que estamos viviendo, que nos quiere sacar de una fe en un Dios que, ante todo y sobre todo, es un Dios de amor y de perdón y que nos llama cada día a que vivamos más de acuerdo con Él, aunque sea algo que nos cueste conseguir».
Para superar las tentaciones, don Gerardo explicó que no basta con las propias fuerzas, sino que es «algo que depende sobre todo de Dios». Por eso, invitó a todos los matrimonios a tener un proyecto de cara a la Cuaresma «para hacer realidad el plan y el sueño de Dios sobre cada uno de nosotros».
Vamos a pedirle al Señor que nos ayude de verdad, lo mismo que Él fue fiel al plan del Padre. Que nosotros también seamos fieles al plan que Él tiene sobre cada uno de nosotros y le respondamos con generosidad y venzamos todas las tentaciones que nos vienen de un sitio y de otro […]. Nosotros estamos convencidos de que vamos a vencer con el bien, porque Dios tiene más fuerza y puede siempre al mal», concluyó.
A continuación, todas las parejas presentes renovaron las promesas matrimoniales recordando el día de su matrimonio. Después, dieron las gracias a Dios por todo lo vivido durante el día y por sus años de unión conyugal.