Se celebró la convivencia de hermandades con el obispo

El pasado sábado 8 de marzo, el Seminario Diocesano acogió una convivencia con miembros de hermandades de la diócesis. En total, participaron más de 70 cofrades que, durante toda la jornada, reflexionaron sobre la vida de fe para prepararse en esta Cuaresma a vivir la Pascua.

[Puedes ver un resumen en vídeo de la misa en este enlace]

La jornada se organiza para que los participantes puedan tener experiencia de interioridad a lo largo del día, con la confesión y la eucaristía, que son los momentos centrales del encuentro.

Por la mañana, don Gerardo, a través de varias dinámicas y reflexiones, ayudó a los participantes a ser conscientes del amor de Dios y a plantearse de qué modo están viviendo su fe.

Por la tarde, la convivencia concluyó con la misa, presidida por don Gerardo, en la que se dieron gracias por todo lo vivido durante la jornada.

Dirigiéndose a todos los cofrades, don Gerardo habló sobre el evangelio del primer domingo de Cuaresma, que narra las tentaciones de Jesús en el desierto.

Sobre la primera tentación, don Gerardo lamentó que «vivimos en un mundo materialista» que hace que lo valoremos todo desde el punto de vista material y, por tanto, «Dios no tenga importancia». Pero Jesús, dijo, «lo tiene claro y dice al demonio: Es mucho más importante la Palabra de Dios que todo lo que tú me ofreces».

La segunda tentación que el demonio presenta a Jesús es la idolatría: Póstrate y adórame. Jesús responde que solo hay que adorar a Dios. Sobre esto, el obsipo explicó que «nosotros también estamos tentados de idolatría, es decir, de cambiar al verdadero Dios por otros diosecillos que al final nos dejan vacíos, dioses que nos inventamos». Estos dioses pueden ser el «dinero, el aparentar, el egoísmo, el poder o el placer» y, ante ellos «ignoramos a Dios, que es quien da verdadero sentido a nuestra vida».

«La tercera tentación es una tentación a la prepotencia y al poder. Tírate y los ángeles te recogerán». Don Gerardo explicó «que nosotros somos tentados de poder, de ser los primeros», se trata de la tentación del orgullo, que nos hace «vivir de cara a la galería, dando importancia a lo que piensen de nosotros y no a lo que tenemos que ser».

«Que nunca nos dejemos llevar por estas tentaciones, sino que nuestra respuesta sea la que Jesús da precisamente al diablo, que le tienta, pero Jesús le va contestando y poniéndole en su sitio en cada momento», concluyó.