Al mediodía del sábado 2 de marzo, se celebró en el Antiguo Casino de Ciudad Real la gala de entrega de premios del programa de COPE Ciudad Real El Muñidor de COPE que, bajo la dirección de Chechu Aranda, se emite semanalmente durante la Cuaresma.
Se trató de la segunda edición de la gala con la entrega de reconocimientos a las hermandades. En esta ocasión, a la Real Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro de Almagro, por el CDL aniversario de su fundación, y a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno —Los Moraos— de Daimiel por el CDXXV aniversario de su fundación.
A la entrega de reconocimientos asistieron numerosas autoridades eclesiásticas y civiles, así como representantes de hermandades de toda la provincia.
Además del reconocimiento a las dos hermandades, se desveló el cartel para la Semana Santa 2024 de El Muñidor de COPE, una obra Juan Ángel Monty titulada Nazareno a contraluz. Asimismo, se hizo entrega de las pastas para el pregón al pregonero de la Semana Santa de la capital este año, Miguel Barba Ortiz.
La actuación musical en el acto corrió a cargo de Samuel Vela y de Carmen Gutiérrez.
El alcalde de Ciudad Real, Francisco Cañizares, intervino durante la gala para agradecer a las hermandades el compromiso con sus objetivos, el apostolado que hacen en la calle.
Por su parte, don Gerardo Melgar, obispo de Ciudad Real —que recibió el galardón el pasado año—, animó al programa de COPE a seguir «sumando» de cara a darle cada vez más importancia a la Semana Santa, contribuyendo al conocimiento de las hermandades de toda la provincia.
«Tenemos que ir a los comienzos para darnos cuenta de que las hermandades nacen precisamente para promover entre las personas, entre la gente, entre los pueblos, la devoción, el fervor a Cristo que muere y resucita»
Refiriéndose a esta labor de divulgación de la Semana Santa, don Gerardo subrayó el trabajo de difusión de la historia que hace el programa: «Tenemos que ir a los comienzos para darnos cuenta de que las hermandades nacen precisamente para promover entre las personas, entre la gente, entre los pueblos, la devoción, el fervor a Cristo que muere y resucita». Esta es, dijo, «la primera intención que debe tener toda hermandad pero, al mismo tiempo, debe ser algo que les obligue también a hacer que todos los demás tomen esa devoción y vivan la Semana Santa como un momento importante de la vida de todo cristiano».
Como suele recordar, don Gerardo animó a «no vivir dos semanas santas, una la que hacemos en la iglesia, con las celebraciones de los misterios de la muerte y de la resurrección de Cristo; y otra, la que se hace en las en las calles, con las procesiones». La vivencia ha de ser una, puesto que la procesión no tendría sentido sin vivir lo que en ella misma se anuncia.
En este sentido, resaltó la importancia de las procesiones: «En un mundo donde la fe y todo lo religioso parece que se ha perdido [...] la Semana Santa está presente en las calles, manifestando la fe, no solamente de los que salen en la hermandad, sino también de todos aquellos que, con fervor y devoción, ven pasar las distintas imágenes y se preguntan cuál es el significado auténtico de ellas».
En la misma línea, animó a todos a vivir una «vida de resucitados», al estilo de Jesús: «Cristo muere por nuestra salvación, nosotros tratamos de vivirlo lo mejor que sabemos y, sobre todo, con nuestra conversión, porque Cristo nos pide también que lo mismo que Él murió y resucitó, que nosotros seamos capaces también de morir a la vida de la mundanidad para vivir esta otra vida que es una vida de resucitados, es decir, de vivir el estilo que Cristo vivió para que nosotros también podamos un día resucitar».
Felicitó especialmente a las dos hermandades galardonadas alentándolas a seguir siendo «apóstoles en medio del mundo».