En la noche del pasado 7 de diciembre, en la víspera de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, muchas parroquias de nuestra diócesis celebraron vigilias de oración.
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En Ciudad Real, la catedral acogió la vigilia presidida por el obispo, don Gerardo Melgar, preparada por los seminaristas y organizada por el arciprestazgo de Ciudad Real.
El acto comenzó con la procesión con la imagen de la Inmaculada —que pertenece al Seminario— desde el paseo del Prado hasta el interior de la catedral, en la que había fieles de las parroquias de la ciudad y del arciprestazgo. Después de la proclamación del evangelio, don Gerardo se dirigió a toda la comunidad subrayando el carácter vocacional de la vigilia y el ejemplo de la respuesta de la Virgen.
Ante el plan de Dios que se le propone, comenzó explicando, «María queda admirada y extrañada de que, siendo ella tan pequeña, tan poca cosa, Dios haya pensado en una misión tan grande para ella como ser la Madre de Dios». Tras el discernimiento, María responde con «disponibilidad y generosidad».
Dirigiéndose a los jóvenes que participaban en la vigilia, les invitó a mirar a la Virgen de cara a su propio discernimiento vocacional: «María es vuestro modelo de vocación, es el modelo en el que todos tenemos que ver cómo estamos respondiendo a la vocación a la que hemos sido llamados. Ella es modelo de escucha. Escucha el plan de Dios y lo escucha de tal manera que se olvida de sus propios planes y acoge en su corazón aquello que Dios le pedía».
«¿Qué quiere Dios de mí? ¿En qué vocación puedo servir mejor a su plan? ¿Qué necesidades tienen los demás?»
Por eso, María, dijo, es «modelo de discernimiento», porque no pregunta al ángel por su propio plan, no se cuestiona sobre «lo que le gustaría hacer a ella, sino sobre lo que Dios quiere de ella».
Además, es modelo de humildad y de sencillez, se «turbó» ante las palabras del ángel y respondió con generosidad. Por eso es modelo, de respuesta generosa que nos invita a imitarla: «Si queréis acertar en vuestra vocación personal, que es la mejor para cada uno, debéis hacerlo también mirando el modelo auténtico de discernimiento, de acogida, de respuesta vocacional, que es María».
Para descubrir la propia vocación, continuó don Gerardo, tenemos que escuchar atentos la Palabra de Dios, rezar y mirar las necesidades del mundo. Debemos preguntarnos «qué quiere Dios de mí, en qué vocación puedo servir mejor a su plan, y qué necesidades tienen los demás». A medida que «vayamos descubriendo el camino de Dios, vamos a tener valor, vamos a tener fe y coraje, el coraje necesario para responder al Señor, como hizo ella».
Para terminar, don Gerardo invitó a todos los participantes en la vigilia a rezar ante el Santísimo pidiendo que «nos ilumine para descubrir cuál es el plan de Dios sobre cada uno y que nos dé fuerza para imitar a María [...] olvidándonos incluso de nuestros propios planes».
Después de las palabras del obispo, se expuso el Santísimo para la oración personal. Hacia el final de la oración, los seminaristas invitaron a toda la comunidad a acercarse al presbiterio para adorar al Señor. Después, cada participante recogía un papel en el que había escrita una frase vocacional. Para terminar, antes de la bendición final, uno de los seminaristas ofreció su testimonio vocacional.