Entre el 2 y el 5 de septiembre, el Seminario de Ciudad Real organizó la Copa Nacional de Seminarios, un torneo de fútbol sala cuya primera edición se celebró en Valencia en 2023. Los partidos tuvieron lugar en el pabellón Santa María de Ciudad Real.
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En esta ocasión, participaron los seminarios de Burgos —que ganó el campeonato—, Ciudad Real y Zaragoza, así como algunos seminaristas de Toledo, Granada y Logroño. En total, casi cincuenta jóvenes seminaristas mayores que pasaron unos días de deporte, convivencia y oración.
Entre las actividades programadas, los futuros sacerdotes visitaron la catedral y el camarín de la Virgen del Prado. Además, en la segunda jornada, viajaron hasta Almodóvar del Campo para conocer la casa natal de San Juan de Ávila y la Cueva de las Penitencias, donde el patrono del clero secular español discernió su vocación, tal y como ahora hacen estos jóvenes en sus respectivos seminarios.
En la noche del miércoles 4 de septiembre, después de disputar la final del torneo de fútbol, al grupo de seminaristas se le unieron decenas de jóvenes de las parroquias de Ciudad Real para rezar ante el Santísimo en la capilla mayor del Seminario.
«Una apuesta muy interesante por tener el deporte como elemento común con la sociedad, con el mundo actual, para poder ofrecer el Evangelio»
En la oración, los dos diáconos que serán ordenados sacerdotes el próximo 5 de octubre, Gabriel Rojas Gutiérrez y Pedro Julián Delgado, ofrecieron su testimonio vocacional.
Para concluir el encuentro, el jueves 5 de septiembre, el obispo, don Gerardo Melgar, presidió la misa de clausura en la capilla mayor del Seminario, donde se reunieron todos los seminaristas, junto a los formadores y rectores.
Don Gerardo animó a todos los seminaristas a continuar con el discernimiento vocacional, en el que se da un «signo milagroso» porque, dijo, «toda nuestra vida es un verdadero milagro de Dios» y «no seríamos lo que somos si no fuera por el Señor, que es el que nos va modelando para que respondamos con generosidad. Nadie es sacerdote porque se lo merezca, nadie merece ser sacerdote. Jesús llamó a los que quiso».
Una vez que se produce la llamada vocacional, Dios pide a todos un cambio radical de vida, una conversión que los lleve a ser «pescadores de hombres [...], auténticos evangelizadores que ayuden con la palabra y el testimonio a conocer a Cristo y su mensaje, conociéndolo y amándolo».
Pero esta llamada y misión, explicó el obispo, no se produce sin la ayuda de Dios, sino que Cristo, «aunque nos pida que dejemos todo lo que sea para seguirlo, Él también nos va a ayudar a conseguirlo».
«Os deseo a todos que seamos capaces de hacer presente a Cristo con nuestra vida, con nuestro ejemplo, con nuestro testimonio y también con nuestra palabra, para que, otros, a través de nosotros, puedan amarlo, puedan conocerlo y puedan entregarse», concluyó.
Una vez termino la misa, acabó la II Copa Nacional de Seminarios, un torneo de fútbol con vocación de continuidad y de reunir cada año a más seminarios españoles.
Vocaciones «en equipo»
Juan Sánchez Marín, seminarista de Ciudad Real y uno de los encargados de la organización del torneo, valora el deporte en equipo del encuentro: «Nos ayuda muchísimo a saber que uno solo con el balón no hace nada, que necesita de los otros. Y eso es lo que también nos enseñan en el seminario, que el día de mañana, si el Señor nos llama a ser sacerdotes, pues tenemos que trabajar de manera conjunta». Además, el ejemplo del deporte le sirve Sánchez Marín para hablar de la vida cristiana: «En el fútbol tienes que entrenar al máximo si quieres ganar. Y eso es lo que nosotros también tenemos que hacer en nuestra vida cristiana, entregarnos al máximo y dar nuestra vida por ello».
«En el fútbol tienes que entrenar al máximo si quieres ganar. Eso es lo que nosotros tenemos que hacer en nuestra vida cristiana, entregarnos al máximo y dar nuestra vida»
Por su parte, el rector del Seminario de Ciudad Real, Juan Serna, explica que lo más positivo de estos encuentros es «la convivencia que crean los seminaristas de distintos seminarios en estos días. Rezan juntos, comparten experiencias y se animan mutuamente. Para eso es para lo que hacemos este este encuentro». Además, dijo, la vocación es «vivir a tope el juego de la vida [...]. A través de los valores que se viven en el deporte, aprendemos también a vivir la vocación cristiana y la vocación sacerdotal, poniendo todo en juego».
Lucas Barsch, seminarista de Zaragoza, valora el conocimiento entre seminaristas en estos encuentros: «El fútbol es una excusa, lo mejor es la posibilidad de compartir con otros seminaristas de otros lugares. Es un buen apostolado de amistad y de fraternidad entre seminaristas».
También Javier Pérez Illera, rector del Seminario de Burgos, explica que estos encuentros son «una excusa para para encontrarnos, para compartir, porque al final los seminaristas tienen una misma vocación y aquí la pueden compartir, no solo con su grupo del seminario, sino con otros seminaristas, esto les hace mucho bien».
«A través de los valores que se viven en el deporte, aprendemos a vivir la vocación cristiana y la vocación sacerdotal, poniendo todo en juego»
Durante los días del torneo, estuvo presente Florentino Pérez Vaquero, director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal para Seminariosde la Conferencia Episcopal Española, que valora el encuentro como «una apuesta muy interesante por tener el deporte como elemento común con la sociedad, con el mundo actual, para poder ofrecer el Evangelio» Además, subraya que el deporte y el sacerdocio tienen muchos puntos en común, «a través de la entrega que se tiene que dedicar a su propio equipo, a través del sacrificio, del esfuerzo, del trabajo en equipo». Precisamente sobre el juego en equipo, el sacerdote se refirió a la sinodalidad, «que la podemos traducir como comunión o jugar en equipo, aprender a convivir con otras personas, con otras vocaciones de la Iglesia con las que compartimos la misma misión que es anunciar la alegría del Evangelio de Jesús».