Por ti, por mí, trabajo decente

La iniciativa Iglesia por el trabajo decente celebró el 7 de octubre una jornada reivindicativa en la que pidió que «la dignidad de la persona esté en el centro de todas las decisiones políticas y sociales».

La iniciativa surgió hace diez años con el respaldo de Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, JEC, JOC y HOAC. En estos diez años, el «concepto y mensaje de trabajo decente se ha ido extendiendo y se ha ampliado su comprensión; aparece con cierta frecuencia en el discurso social sobre el mundo del trabajo y se va incorporando a los contenidos de nuestras pastorales, desde el Magisterio hasta las pastorales diocesanas», explican desde la Delegación de Pastoral Obrera de la diócesis.

Para la jornada, en la tarde del 7 de octubre se celebró un acto público en la plaza de la Constitución de la capital, organizado por la Hermandad Obrera de Acción Católica, Juventud Obrera Cristiana (JOC) y CONFER, donde se pidió que la búsqueda del bien común sea el «objetivo principal de toda la comunidad». Además, los convocantes reiteraron que la dignidad de los trabajadores es innegociable y «debe estar en el centro de todas las decisiones políticas y económicas».



Después del acto, comenzó la misa, que presidió el obispo, don Gerardo Melgar, en el templo parroquial de Santa María del Prado (La Merced).

En la homilía, don Gerardo recordó que la persona tiene que ser el centro de todas las políticas sobre el trabajo: «El trabajo decente incluye el respeto pleno de la dignidad de la persona, del trabajador, que indudablemente debe estar en el centro de todo esfuerzo».

Por esto, continuó, el «trabajo decente es un trabajo digno que origina un salario honesto, que protege los derechos y garantiza la igualdad de hombres y mujeres y asegura esa protección social. O lo que es lo mismo, un trabajo que permite vivir a la persona y a su familia en condiciones decentes, cubriendo sus necesidades básicas de alimentación y sanidad».

Luchar por un trabajo así, advirtió don Gerardo, «nos puede parecer una utopía», pero «las utopías son el motor del compromiso para hacerlas realidad».

Para terminar, don Gerardo encomendó el trabajo de la jornada a la Virgen María para que «nos dé la fuerza necesaria para no desanimarnos para seguir luchando por hacer un trabajo más digno, un trabajo más humano, un trabajo que respete mucho más la libertad», concluyó.