Peregrinación de Cursillos de Cristiandad a Guadalupe

El pasado 26 de mayo se dieron cita, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en Cáceres, cursillistas de las diócesis de Extremadura, la de Toledo y Ciudad Real en uno de los once encuentros que se están viviendo por toda España «para celebrar la memoria agradecida mediante una peregrinación itinerante con motivo del LXXV aniversario de la de aquellos jóvenes de acción católica a Santiago de Compostela, germen y origen del inicio de movimiento de Cursillos de Cristiandad».

La peregrinación a Guadalupe, en oración, contó con algunos símbolos como la cruz de Cursillos de Cristiandad, la bula papal de Pablo VI, que ofrecía el reconocimiento canónico al movimiento, y el icono del patrón de Cursillos, san Pablo. Estos símbolos fueron entregados por los cursillistas de las Islas Canarias, y serán después entregados por las diócesis extremeñas, la de Toledo y Ciudad Real a los cursillistas de la isla de Mallorca.

Los cursillistas de Ciudad Real tuvieron un papel especial dentro de la celebración, agradeciendo que en 1955, don Juan Hervás, uno de los iniciadores del movimiento, se convirtió en el obispo de Ciudad Real tras su traslado desde Mallorca, lugar donde se celebró el Primer Cursillo, en el Monasterio de San Honorato, en 1949.

«La misión episcopal de Hervás de consolidar y expandir los cursillos de cristiandad en Ciudad Real y en muchas diócesis de España junto a no pocos laicos que trabajaban con él con el mismo propósito (llegando a ser los que llevaron los Cursillos de Cristiandad a Roma o México) y su carta pastoral de 1957, decisiva para muchos obispos que acogieron su contenido y esencia por lo que podía aportar en la renovación de la vida cristiana, fueron las realidades que el Espíritu Santo estaba utilizando para hacer emerger una nueva forma de evangelizar que ha transformado e inspirado a otros movimientos y rincones de nuestra Iglesia española», explican desde Cursillos.

El presidente diocesano de Ciudad Real, Ignacio Alcañiz, testimonió «una memoria agradecida y viva por los 967 Cursillos de Cristiandad vividos en la diócesis de Ciudad Real, una memoria abierta a la necesidad que presentan los signos de los tiempos: la necesidad de la juventud y la colaboración interdiocesana».

El primer cursillo en Ciudad Real tuvo lugar en Daimiel en la semana previa a la Nochebuena de 1955. El cursillo número 967 se vivió hace unas semanas en el Seminario.

Cursillos de Cristiandad, una pequeña comunidad cristiana de la Iglesia diocesana, dispersa geográficamente, pero con un camino que se hace presente en la Delegación de Apostolado Seglar, con la que trabaja propiciando recursos y espacios para un laicado comprometido.

Cursillos de Cristiandad es un instrumento de evangelización de primer anuncio al servicio de las parroquias y comunidades que lo quieran utilizar y donde «el kerygma que se proclama es lo nuclear». En palabras de san Juan Pablo II, el método de Cursillos es «un instrumento suscitado por Dios para el anuncio del Evangelio en nuestro tiempo».