Con el lema: testigos de la esperanza y la alegría celebramos este año la jornada mundial de la Vida Consagrada. Siempre coincide esta celebración con la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo, el 2 de febrero.
Es un día para dar gracias a Dios por todas las congregaciones, institutos religiosos, los de vida contemplativa como los de vida activa, como el orden de las vírgenes, o los institutos seculares y las nuevas formas de vida consagrada. También recordamos en este día a todos los que en privado se han entregado y han comprometido su vida a Dios con una especial consagración.
Hoy tenemos presentes a todos nuestros consagrados de la Diócesis de Ciudad Real como verdaderos testigos de la alegría y la esperanza. El Señor quiere que estemos alegres como nos lo dice en la última cena: “Quiero que mi alegría esté en vosotros y que sea plena” y el papa Francisco dice: No quiero evangelizadores con cara de vinagre. Alegría fruto de una profunda vida interior y de vivir el sentido verdadero de la eucaristía. Así como de vivir en una permanente actitud de servicio a los hermanos.
Podemos afirmar que donde hay religiosas hay alegría y esperanza, dice el Papa. La alegría y la esperanza caminan juntas. La esperanza da a la alegría autenticidad cristiana y la alegría da a la esperanza verdad. Pidamos hoy por los consagrados y por las futuras vocaciones.
Que la Virgen María causa de nuestra alegría y de nuestra esperanza sea modelo para todos.
Por Miguel Ángel Angora Mazuecos, delegado diocesano de Vida Consagrada. Publicado originalmente en Con Vosotros.