«Convertiré su tristeza en gozo...»

Hoy, 11 de febrero, celebramos la Jornada Mundial del Enfermo con el lema Dar esperanza en la tristeza. El delegado de Pastoral de la Salud de la diócesis, nos invita a tomar conciencia del quehacer pastoral de nuestra Iglesia en el acompañamiento a los enfermos y a sus familiares.

La Jornada Mundial del Enfermo busca «sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a las instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos» (Salvifici doloris).

La presente campaña centra su atención en el sufrimiento psicológico. Necesitamos reconocer y acompañar las dolorosas condiciones en las que muchos hermanos se encuentran y cómo a veces los llevan al límite de su fuerza física y psíquica. Debilidades espirituales, carencias afectivas, procesos de duelo, estados depresivos, algunas formas de dependencia, etc. Sólo la amistad fiel y la cercanía fraterna pueden ofrecerles el «agua fresca» de la esperanza, que eleva y consuela, como nos plantea el papa Francisco en su Mensaje para la XXXII Jornada Mundial del Enfermo: «Cuidar al enfermo cuidando las relaciones». De aquí el lema de campaña del presente año: «Dar esperanza en la tristeza», para anunciar con el profeta Jeremías: «Convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas» (Jer 31, 13).

Desde nuestra realidad diocesana, la campaña nos ayuda a tomar conciencia del quehacer que prestan las parroquias, los sanitarios cristianos, los capellanes en hospitales, los voluntarios y las religiosas, en este servicio preferente de la Iglesia. Es una ocasión para dar gracias por quienes desempeñan esta labor. Están siendo muy positivas las orientaciones promovidas por la Iglesia en orden a la renovación de criterios encaminados a poner al enfermo en el centro de atención eclesial. El enfermo no es una persona ajena a la comunidad, sino que está en el corazón de la misma. Se ha ido pasando así de una pastoral del «enfermo», en el que la persona era un mero receptor, o «paciente», a una pastoral de la «salud» preocupada por el cuidado y atención del enfermo, de su bienestar integral. La mayoría de las parroquias de nuestra diócesis tienen grupos de voluntarios. Algunos forman parte de la acción caritativa y social. La Pascua del enfermo va cuajando en la acción ordinaria de las parroquias. Muchas han integrado la unción comunitaria de enfermos el VI domingo de Pascua. Otras celebran este sacramento con ocasión de las fiestas patronales. Además de los capellanes de los hospitales, los sacerdotes se hacen presentes en las residencias de ancianos, aunque estas no dependan de la Iglesia. Cada quince días o una vez al mes celebran la eucaristía y administran la unción de enfermos cuando es solicitada, o cuando ha sido programada como celebración comunitaria. Es justo destacar la tarea que la Legión de María y la Hospitalidad de Lourdes realizan en las parroquias , tanto en la relación y acompañamiento entre sus miembros, como en la atención a los enfermos a través de sus actividades propias. Por la experiencia de los encuentros diocesanos en los que compartimos la labor , podemos decir que nuestras comunidades cuidan enfermos, cuidando las relaciones. Los voluntarios y voluntarias son esperanza en la tristeza de aquellas personas que sufren, a quienes el Señor prefiere y nos envía a sanar en su nombre.
 

Por Francisco Guerrero González