La humanización de la salud

Francisco Javier Caballero Morales es enfermero y profesor asociado de Legislación y Ética en la facultad de Enfermería. Nos habla sobre la humanización de la salud y la compasión.

Un enfermo es un ser humano de carne y hueso que sufre, ama y sueña. Con esta frase, Unamuno nos recuerda nuestra doble condición, la biológica y la biográfica. Últimamente está muy de moda hablar de humanización de la salud, y solo podremos hacerlo acertadamente si somos capaces de entender esta realidad ontológica que nos define como personas y actuar en consecuencia.

Porque toda acción sanitaria arranca de una «situación de indigencia» de un ser humano, finito, lábil y doliente; que requiere, en mayor o menor medida, de una atención solícita del otro (esto es cuidar). En ese encuentro único siempre se relacionan personas, ayudadas por medios técnicos, pero jamás sustituidas por ellos.

Difícilmente se puede desarrollar la acción de curar y cuidar sin la experiencia de la compasión.

La compasión es una virtud moral que no es exclusiva de ninguna religión ni de ninguna filosofía moral. Siempre ha estado, y sigue estando presente, en la historia de los seres humanos. Hay antropólogos que coinciden en afirmar que el verdadero origen de la humanidad arranca con las evidencias descubiertas de huesos anudados gracias al cuidado de un congénere. En el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. Un fémur humano roto que se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro y le ha ayudado a recuperarse. Ayudar a alguien es el punto donde comienza la humanidad.

Difícilmente se puede desarrollar la acción de curar y cuidar sin la experiencia de la compasión.


Después vienen otra serie de virtudes o competencias relacionales necesarias para el que cuida humanamente como son la cercanía, la comunicación, la empatía. También la comprensión, la confianza, la competencia, la confidencialidad. No deben faltar nunca el tacto, la escucha atenta ni el sentido del humor.

En la Capilla Sixtina, Miguel Ángel muestra el dedo de Dios tocando a Adán dándole la vida. Todos somos manos del Dios que da vida cuando tocamos (curamos/cuidamos) a los demás con amabilidad y respeto.
 
Francisco Javier Caballero Morales es enfermero y profesor asociado de Legislación y Ética en la facultad de Enfermería