El 17 de diciembre, comenzamos a utilizar las «Antífonas de la O», que leemos en la oración de vísperas y como aclamación al Evangelio hasta el día 23. El autor nos explica su significado, también el sentido oculto, que nos transmite una promesa de Cristo: Vendré mañana.
Entre otras cosas evangelizar es también dar valor a nuestra tradición cristiana plasmada a través de las diversas creaciones artísticas a lo largo de los siglos. La pintura, los edificios, la música y, especialmente la liturgia, han dado carne a Jesucristo en sus distintas composiciones. Posiblemente, una de las más bellas por su contenido y originalidad sean las llamadas «antífonas mayores del Adviento» o «antífonas de la O», leídas del 17 al 23 de diciembre en la oración de vísperas arropando el canto del Magníficat. También desde la reforma litúrgicas se leen en forma abreviada como aclamación del evangelio de la misa de estos días.
Fundamentadas en los títulos mesiánicos de la Sagrada Escritura, todas ellas son alimento para la espiritualidad de los días que se avecinan. Las antífonas mayores fueron compuestas durante los siglos VII-VIII inspiradas en los oráculos del profeta Isaías. Su singularidad es fruto del mensaje que nos ofrecen a través de su genuina forma de acróstico. La unión de las primeras letras del título otorgado a Cristo, leídas en sentido inverso, dan lugar a la frase ERO CRAS, «seré mañana», también traducida como «vendré mañana».
«Cada antífona es como una llave que abre parcialmente a Cristo, que llama a la puerta de cada uno de nosotros»
De este modo, el autor sugiere que la contemplación de estas invocaciones formará en nosotros la imagen del Mesías tal y como nos ha sido anunciada por la Escritura. Cada una de ellas es como una llave que abre parcialmente a Cristo que llama a la puerta de cada uno de nosotros. Quien acepta a Jesús como Sapientia (Sabiduría), Adonai (Señor poderoso), Radix (Raíz), Clavis (Llave), Oriens (Oriente), Rex (Rey) y el Emmanuel, recibe plenamente al Mesías tal y como se nos ha querido revelar.
De ahí que culminen con el título de Emmanuel, el «Dios con nosotros». En este nombre se sintetiza la esencia de los días navideños y su alegría desbordante, porque «si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (Rm 8, 31). Veamos ahora parcialmente el texto acompañado de su traducción litúrgica para alimento de nuestra oración personal:
— 17 de diciembre: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo.
— 18 de diciembre: Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel.
— 19 de diciembre: Oh Renuevo del tronco de Jesé.
— 20 de diciembre: Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel.
— 21 de diciembre: Oh Sol que naces de lo alto.
— 22 de diciembre: Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos.
— 23 de diciembre: Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro.
Por Ángel Moreno Mayoral