Este martes 7 de noviembre, tuvo lugar en la parroquia de San Pablo de Ciudad Real el encuentro diocesano de Vida Ascendente con participantes de varias localidades de la provincia.
La jornada comenzó con la misa, que se celebró en el templo parroquial, continuando con el encuentro formativo en los salones de la parroquia. Allí, la presidenta diocesana del movimiento, Concepción Martínez Prado, dio la bienvenida a todos los participantes y agradeció la acogida de la parroquia y la presencia del consiliario diocesano, Juan Castañeda, del delegado de Apostolado Seglar en la diócesis, Juan Manuel García de la Camacha, y del presidente nacional de Vida Ascendente, Jaime Tamarit.
A continuación, Juan Serna, rector del Seminario y párroco de San Pablo, comenzó una conferencia sobre Los mayores, tesoro y esperanza de la Iglesia.
Serna empezó su intervención presentando a los mayores en la Iglesia como acompañantes activos en la fe de los más jóvenes: «Es posible que os sintáis débiles y necesitados de ayuda en muchos aspectos de vuestra vida, que necesitéis un punto de apoyo y una mano firme que os sostenga. Pero no olvidéis que, con vuestra experiencia y vuestro testimonio, podéis ser punto de apoyo y suelo firme para muchos, especialmente para los niños y jóvenes que serán la siguiente generación de cristianos».
«La Iglesia cuyo futuro está amenazado es la Iglesia que no tiene mayores»
Diferenció entre futuro y esperanza en la Iglesia. El primero «pertenece» a los jóvenes, pero la esperanza la ejercen los mayores: «Esperanza es la virtud que se refiere al futuro en cuanto que nos es favorable, en cuanto que nos permite alcanzar nuestro verdadero ser». Por esto, los ancianos en la Iglesia, que «siguen dando fruto en su vejez», llenan el corazón de esperanza con su testimonio de una forma de vida con frutos de permanencia, estabilidad, seguridad y constancia.
El ponente defendió que los mayores son el «tesoro de la Iglesia». Por un lado, con la oración, que mantienen fundamentalmente las personas mayores, aquellas que participan siempre en la eucaristía y, por otro, también con la actividad, puesto que su ancianidad no les impide ser quienes engrosen los grupos de Cáritas y quienes más ayuden a mantener la Iglesia económicamente. Además, su actividad evangelizadora es esencial, con la ayuda de su experiencia y sabiduría.
Además del tesoro eclesial, son la esperanza de la Iglesia: «La Iglesia cuyo futuro está amenazado es la Iglesia que no tiene mayores, la Iglesia compuesta solo de niños, porque una Iglesia así habría perdido el valor de una fe que se mantiene hasta el final, una fe que sostiene toda la vida, desde los primeros momentos, cuando vivir y creer es fácil, hasta los últimos, cuando vivir y creer se hace después de muchos obstáculos y dificultades sufridas. ¡Esta fe merece la pena ser vivida! Por eso, los mayores sois esperanza de la Iglesia».
Por su parte, Jaime Tamarit, el nuevo presidente nacional de Vida Ascendente, se dirigió a los participantes con su testimonio de fe, subrayando la importancia de la encarnación de Dios —a su juicio, algo que valoramos poco— para recuperar lo verdaderamente humano, la palabra, el asombro ante la belleza y la comunicación; algo que desea que trabajen los grupos de Vida Ascendente.
Después de la intervención de los grupos participantes y de la comida en un restaurante próximo, el encuentro terminó por la tarde con las conclusiones.