Martín Tébar tiene 27 años y es natural de Manzanares. Ingresó al Seminario en el curso de Fundamentación tras concluir estudios superiores de Informática. Nos cuenta su camino hasta la ordenación. Nos habla en esta entrevista de cómo reza para ser «un hombre de Dios».
¿Qué sentimientos tienes en estos días previos a la ordenación sacerdotal?
El sentimiento que me envuelve estos días es principalmente el de ilusión. Tengo muchas ganas de ser sacerdote: de celebrar los sacramentos, de estar en una parroquia con la gente y de ser «pastor».
Ser sacerdote es algo tan grande y conlleva tanta responsabilidad que en ocasiones puede dar miedo por no estar a la altura pero, en mi caso, es verdad que estoy tan ilusionado y emocionado que no pienso en las dificultades ni en los miedos, sino que me dejo llevar; como dice san Pablo: «Sé de quién me he fiado» (2 Tim 1, 12), me fío del Señor y confío en que me llevará a donde Él quiera y me capacitará para cumplir y realizar la tarea encomendada.
¿Qué personas, circunstancias y situaciones han sido determinantes en tu respuesta vocacional?
Tengo que comenzar citando a mi familia: si no hubiera sido por ellos, que me regalaron el bautismo y me educaron en la fe, seguro que no habría llegado aquí.
Otro momento importante fue, después de mi confirmación, la participación en la JMJ. Volví de Madrid con una inquietud vocacional y me ayudó mucho en el discernimiento mi parroquia y el acompañamiento espiritual que se ofrecía desde la delegación de Pastoral Vocacional y el Seminario: realicé el itinerario vocacional Betania, y tras finalizar los estudios de informática entré en fundametación en septiembre de 2015.
¿Qué agradeces de estos años de camino al sacerdocio?
Si hace diez años me hubieran dicho que llegaría a ser sacerdote no me lo habría creído porque veía muchas dificultades y limitaciones por mi parte. Así que, primero, agradecer a Dios que «no elige a los capacitados, sino que capacita a los que elige», y después agradecer de manera especial al Seminario: formadores y profesores que me han acompañado todos estos años y me han ayudado a responder y a encontrarme con la persona de Jesucristo en el estudio, en la Sagrada Escritura, en los sacramentos, en la Iglesia. Han sido años en el Seminario muy buenos y de mucho crecimiento.
¿Qué modelo de sacerdote te inspira?
Me inspira un modelo de sacerdote que, por su estilo de vida, se nota que es un «hombre de Dios».
Por mi parte, espero simplemente que la gente me busque como sacerdote, no por mi simpatía o cercanía, sino por ser alguien en quien encuentren una palabra que viene de Dios; y que, como Juan Bautista, les propicia un encuentro con el Señor, que es el verdaderamente importante; de tal manera que una vez señalado, pueda retirarme sin problema y se queden con el verdadero Maestro de Nazaret.