Por el Día de la Caridad, la directora de Cáritas Diocesana de Ciudad Real, Conchi Aranguren, nos habla de la acción caritativa de la Iglesia, que radica en el amor. Nos pide «mirar más allá de las apariencias», del fracaso de los empobrecidos. Además, invita a toda la comunidad al compromiso de «enfocar nuestra vida más allá de nuestros intereses».
En este día del Corpus Christi, Día de la Caridad, celebramos la grandeza del amor, un amor que es donación y entrega total y del que Cáritas quiere ser testigo e instrumento para llevarlo a todos, en especial a los más pobres.
Lo más fuerte que existe en este mundo es el amor y el amor más puro, el amor más auténtico, y la fuente de todo amor es el corazón de Jesucristo, crucificado y resucitado. Porque «tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo» y, para no encontrarnos solos en el caminar de la vida, quiso quedarse con nosotros en el sacramento de la eucaristía. Pero este amor no es solo para quedármelo, sino para compartirlo y llevarlo a los demás.
Este amor, centralidad de nuestro ser y estar, se convierte en acción y oportunidad que genera vida y esperanza en cada persona que participa en Cáritas y lucha por recuperar su dignidad.
Nuestra labor tiene su modelo y ejemplo en el amor de Cristo. Y como Él, nosotros queremos reflejar una forma de ser y estar junto a los pobres, caminar con ellos, luchando por sus derechos y dignidad, acompañando sus procesos vitales de forma integral, para que recuperen el protagonismo de sus vidas.
Desde ese amor queremos interpelar e invitar a cambiar nuestra forma de pensar y de mirar la realidad.
De ahí el lema de este año, Tú tienes mucho que ver. Somos oportunidad. Somos esperanza como reflejo de ese amor que nos mueve a salir a la calle, a entregarnos para poder devolver al mundo las personas rotas que piden nuestra ayuda, queremos ser oportunidad para ellas y ofrecerles la esperanza de una vida mejor.
Nuestra labor tiene su modelo y ejemplo en el amor de Cristo. Y como Él, nosotros queremos reflejar una forma de ser y estar junto a los pobres
Ir más allá de lo que nuestros ojos ven. Que, a ejemplo del buen samaritano, seamos capaces de percibir lo que vemos, de pararnos e involucrarnos.
Ser capaces de mirar más allá de las apariencias, de su fracaso, de su indignidad. Una mirada que va al interior de la persona, que mira sin prejuicios, que no juzga ni condena. Mirar adentro de la persona para descubrirla como hija de Dios, hecha a su imagen y semejanza con una belleza y un valor infinito.
Vivir comprometidos desde y con el amor nos lleva a bajarnos de nuestras prisas y de nuestros cálculos, a dejar de mirar para otro lado y enfocar nuestra vida más allá de nuestros intereses. Amar como Dios nos ama es un compromiso que pone en juego nuestra forma de mirar y de sentir, que busca volcarse en la vida concreta de quienes nos piden acogida, cuidado, protección, y escucha.
Celebrar el Día de Caridad es hacernos pan y vino con Cristo para dar vida en abundancia, entregarla por amor y hacernos prójimos, especialmente, de los que más sufren.
Por Conchi Araguren Vila