Los compañeros de viaje

Continuamos comentando los párrafos más importantes del Documento Preparatorio del Sínodo de los obispos. Hoy, parte del párrafo 30.

En la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo camino uno al lado del otro. En la propia Iglesia local, ¿quiénes son los que «caminan juntos»? Cuando decimos «nuestra Iglesia», ¿quiénes forman parte de ella? ¿quién nos pide caminar juntos? ¿Quiénes son los compañeros de viaje, considerando también los que están fuera del perímetro eclesial? ¿Que´ personas o grupos son dejados al margen, expresamente o de hecho?

A partir de ahora vamos a comentar la última parte del Documento Preparatorio del Sínodo, en la que se desarrollan de manera más concreta las preguntas que deben orientar el diálogo en los grupos de reflexión. Se trata de diez ámbitos que buscan concretar la pregunta general del sínodo, que es —lo recordamos— cómo se realiza el caminar juntos en la Iglesia particular, y qué pasos nos invita a dar el Espíritu Santo para crecer en este caminar juntos.

Con este comentario también queremos facilitar el trabajo que ya se está desarrollando en las parroquias: al poner de relieve algunas cuestiones que subyacen a las preguntas del Sínodo se ayudará también a concretar las líneas de reflexión.

El primer ámbito de reflexión se refiere a los compañeros del caminar juntos (el sínodo) que es imagen de la Iglesia como Pueblo de Dios. Se trata de poner rostro a las personas que comparten el camino eclesial, en sus diferentes dimensiones. En este ámbito se pueden señalar cuatro puntos o acciones. El primero podíamos denominarlo «reconocer»: se trata de saber quiénes participamos en la comunidad cristiana; no solo por identificarnos, sino por conocernos. Pertenecer a una comunidad no es solo poder asistir a un lugar, sino sentirse miembro de una familia, conocerse y sentirse unidos.

La comunión no es una estructura abstracta, sino que necesita el reconocimiento personal

El segundo punto se puede denominar «acoger»: caminamos con aquellos que nos piden caminar con nosotros; ¿quiénes se acercan a la Iglesia y por qué? ¿Cómo los acogemos? El tercer punto del ámbito de los compañeros de viaje lo podemos titular «acompañar»: se trata de reconocer cómo acompañamos a los que participan, a diversos niveles, en la vida de la comunidad cristiana. Finalmente, el cuarto punto es el más doloroso, y se refiere a «los márgenes» de la comunidad cristiana: es necesario también darse cuenta de a quiénes se deja al margen de la participación en la vida de la Iglesia (quizás no de manera directa, pero al menos sí de hecho).
En definitiva, con esta reflexión se trata de poner de manifiesto que la comunión no es una estructura abstracta, sino que necesita el reconocimiento personal. Además, todos tenemos un grupo de referencia, pero no podemos limitar la Iglesia a los rostros que reconocemos; se requiere un esfuerzo por mirar más allá de nuestros límites.

Para terminar este comentario podemos subrayar una idea que vamos a encontrar también en los próximos números. En este momento de la reflexión sinodal se trata de reconocer, y no tanto de valorar. El reconocimiento de la situación actual es el primer paso para escuchar lo que Dios nos pide; la valoración vendrá después y nos ayudará a proponer los caminos que creemos que el Señor propone a la Iglesia en la situación actual.
 
 Por Juan Serna Cruz