Caminando juntos fue el lema de la Jornada de la Vida Consagrada que se celebró este 2 de febrero, en la fiesta de la Presentación del Señor. En este día, los consagrados participan en la misa de la catedral, que preside el obispo, don Gerardo Melgar.
Con este lema, la vida religiosa se unía este año al camino sinodal que se está siguiendo en toda la Iglesia, caminando juntos desde la consagración, la escucha, la comunión y la misión.
Don Gerardo, en la homilía, agradeció a todos los consagrados su entrega al Señor, invitándoles a continuar cumpliendo la misión encomendada, que llevan a cabo en todo tipo de ámbitos, como la educación, la compañía y ayuda a los enfermos o y el servicio a los más pobres.
La celebración de la Presentación del Señor
La celebración de la Presentación del Señor tiene algunas características singulares. La primera de ellas, y la más llamativa, es que comienza con una procesión con velas encendidas (candelas) hasta el altar. En la fiesta se recuerda cómo María y José llevaron a Jesús al templo a los cuarenta días de su nacimiento, haciendo una comparación con la presentación ante Dios de cada uno de los cristianos por parte de «nuestra madre la Iglesia».
Otra de las características propias de esta celebración es la renovación de la consagración de los religiosos en el seguimiento de Cristo y en la misión de la Iglesia. Don Gerardo invitó a toda la asamblea a «agradecer al Señor el don de la vida consagrada», invitando a los religiosos a renovar el «compromiso de seguir a Cristo obediente, pobre y casto, para que, por medio de vuestro testimonio evangélico, la presencia de Cristo Señor, luz de los pueblos, resplandezca en la Iglesia e ilumine al mundo». Después de esta invitación del obispo, todos los consagrados renovaron sus votos de obediencia, pobreza y castidad.