Continuamos comentando los párrafos más importantes del Documento Preparatorio del Sínodo de los obispos. Hoy, el párrafo 25.
Iluminado por la Palabra y fundado en la Tradición, el camino sinodal está enraizado en la vida concreta del Pueblo de Dios. En efecto, presenta una particularidad que es también una extraordinaria riqueza: su sujeto —la sinodalidad— es también su método. En otras palabras, constituye una especie de taller o de experiencia piloto, que permite comenzar a recoger desde el comienzo los frutos del dinamismo que la progresiva conversión sinodal introduce en la comunidad cristiana. Por otra parte, no se puede evitar la referencia a las experiencias de sinodalidad ya vividas, a diversos niveles y con diferentes grados de intensidad: los puntos de fuerza y los éxitos de tales experiencias, así como también sus límites y dificultades, ofrecen elementos valiosos para el discernimiento sobre la dirección en la que continúan avanzando. Ciertamente se hace referencia a las experiencias realizadas por el actual camino sinodal, pero también a todas aquellas experiencias en las que se experimentan formas de «caminar juntos» en la vida ordinaria, incluso cuando ni siquiera se conoce o se usa el término sinodalidad.
Después de ofrecer algunos fundamentos teológicos que apoyan la celebración del Sínodo, el Documento Preparatorio indica algunas pistas para realizar la consulta sinodal al Pueblo de Dios. Comienza ahora una parte más práctica, en la que se va a ofrecer la llamada «sinodalidad en acción».
Esta etapa se abre con una sencilla consideración: el Sínodo lo está realizando toda la Iglesia, en cuanto Pueblo de Dios que camina en común. Y el Sínodo se realiza precisamente caminando juntos, compartiendo oración, reflexión, diálogo y discernimiento. Por tanto, el sujeto y el método del Sínodo coinciden.
El Sínodo no es otra cosa que la Iglesia, pueblo de Dios en camino
Aunque parezca extraño, en realidad se trata de una experiencia fácil de comprender. El Sínodo no es otra cosa que la Iglesia, pueblo de Dios en camino. Cuando la Iglesia ora y reflexiona sobre su identidad y su misión (lo que es el objeto de este Sínodo que hemos empezado), no puede hacerlo si no es de manera sinodal, esto es, siendo ella misma, en comunión, en escucha mutua, en oración compartida.
Por eso, en el Documento Preparatorio se dice que la celebración del Sínodo es ya una experiencia transformadora: reflexionar sobre la comunidad nos hace comunidad, y la reflexión sinodal nos hace ser más sínodo. Al mismo tiempo, podremos descubrir que ya teníamos muchas experiencias sinodales, a las que en realidad no dábamos este nombre; experiencias de comunión que nos definen y que constituyen la vida de la Iglesia que tenemos que compartir.
En el proceso de reflexión sinodal se nos va a pedir que atendamos a nuestras experiencias de comunión eclesial (¿cuándo nos hemos sentido más miembros activos de la comunidad cristiana?), que pongamos en común estas experiencias y que, en este diálogo, escuchemos qué nos pide el Señor en este momento.
Por Juan Serna Cruz