El Domingo de la Palabra

Este domingo III del Tiempo Ordinario celebramos en toda la Iglesia el Domingo de la Palabra, que comenzó a conmemorarse en 2020. Por este motivo, el vicario de pastoral, Luis Eduardo Molina Valverde, nos habla de la Palabra en un artículo que titula La bienaventuranza fuera del monte.

La bienaventuranza fuera del monte

Lucas, que se esmera en describir la delicadeza de Dios germinante en la mujer, contempla a Isabel llamando bienaventurada a María cuando esta va a visitarla tras el anuncio de Gabriel: «Bienaventurada tú, la que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1, 45). La fe provocó la bienaventuranza y Dios culminará, con el cumplimiento de su palabra revelada, lo que ha dicho. El objeto de la bendición está centrado en la Palabra, creída y cumplida. Otra mujer desconocida se expresó con menos finura que Isabel, diciendo: «Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que te criaron» (Lc 11, 27). Decía bien, sin embargo obviaba la Palabra. Cristo le echó una mano elevando el contenido: «Bienaventurado, más bien, el que escucha la Palabra de Dios y la guarda» (Lc 11, 28). Con una formulación nueva, insiste en lo de Isabel. Cosas de familia, de la familia de los oyentes de la Palabra y que aguardan, esperanzados, que Dios la cumpla, comprometidos en facilitar este cumplimiento, atentos a la voluntad de su Señor.

La celebración de este domingo enfatiza la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida comunitaria y personal

Este 23 de enero, denominado Domingo de la Palabra de Dios, viene interpelando con aquella bienaventuranza que Jesús pronunció fuera del monte, pero que nos abre la puerta para acoger y entender las demás: «Bienaventurado el que escucha la Palabra de Dios y la guarda». Qué bien armoniza con la de Isabel. Aplicando el esquema tradicional de la comunicación: hay un emisor, Dios Padre; un mensaje, la Palabra; y un receptor, que escucha y guarda. En este último es donde se juega la eficacia de este proceso comunicativo donde ni Dios Padre, ni la Palabra pueden fallar. Para que la iniciativa divina llegue a ser fecunda hace falta escuchar, ofreciendo nuestra confianza al Dios que nos habla, y guardarla e integrarla con esperanza para dejar que obre el Espíritu. El éxito de esta Palabra pronunciada por Dios en el corazón atento y acogedor es la caridad, la vida que armoniza con la misericordia y bondad del Dios amor.

La celebración de este domingo enfatiza la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida comunitaria y personal. El papa Francisco, tras recibir numerosas peticiones, eligió el domingo III del Tiempo Ordinario para hacer memoria juntos de la relevancia de las Sagradas Escrituras. ¿La finalidad? Que esta memoria esté abierta a ser iluminada durante todo domingo y semana del año litúrgico, conscientes de que es Cristo, el esposo, el que habla a la Iglesia, su esposa.
 
Por Luis Eduardo Molina Valverde. Este artículo se publicó en Con Vosotros de 23 de enero de 2022.