La Navidad en las pequeñas parroquias

Carlos Ferrero Moreno es sacerdote en varias parroquias de pueblos pequeños. Nos cuenta cómo vive la Navidad en las pequeñas y grandes familias de las parroquias.

La Navidad es una fecha muy hermosa, se anhela la venida del Señor y es un anhelo cumplido en su Nacimiento que celebramos cada 25 de diciembre.

En un pueblo pequeño se añade a la alegría propia de la fecha la familiaridad, el calor. Cuándo vas pasando a la iglesia, se va mezclando el regocijo propio del día con el de ver a todos tus rostros conocidos y a aquellos que han emigrado y que vuelven a casa, también a esta, su casa, la parroquia que les vio nacer. Ese día, quizá, hasta tengamos un grupito de niños y jóvenes que durante el año no están porque viven fuera del pueblo. Sonriendo nos preguntamos unos a otros y el Niño Jesús llena de alegría la vivencia.
Para el sacerdote, además, es muy agradable porque al llegar conduciendo del pueblo anterior parece que todos respiran diciendo: «Ya está aquí nuestro cura». Y es que, además de al Niño, esperan al pobre sacerdote que llega cuando puede.

Vivimos una celebración muy gozosa donde Cristo se hace presente en su Palabra y en su Cuerpo y su Sangre y que está animada con cantos preparados con mucho esmero para la ocasión.

Al final, se da a besar al Niño o se hace una inclinación en la actualidad, y se desea una feliz Navidad con una gran sonrisa por parte del que lo ofrece y del que lo reverencia.

Al final, se cantan villancicos, se comen unos dulces y se está un rato compartiendo la alegría por el Nacimiento del Niño Dios.
Ciertamente, calor no hace en muchas ocasiones, pues la parroquia pequeña no suele tener calefacción, pero la Navidad en una parroquia pequeña siempre será cálida.
 

Por Carlos Ferrero Moreno