Camino de sinodalidad

Desde el 17 de octubre está abierta la fase diocesana del Sínodo. Para sostener nuestra participación y orientar nuestra reflexión, vamos a conocer y a comentar los párrafos más importantes del Documento Preparatorio del Sínodo de los obispos.

Con esta convocatoria, el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a interrogarse sobre un tema decisivo para su vida y su misión: «Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio». Este itinerario, que se sitúa en la línea del «aggiornamento» de la Iglesia propuesto por el Concilio Vaticano II, es un don y una tarea: caminando juntos, y juntos reflexionando sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender, a partir de lo que irá experimentando, cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión. Nuestro «caminar juntos», en efecto, es lo que mejor realiza y manifiesta la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero.

El Documento preparatorio del Sínodo que se acaba de inaugurar comienza con una referencia directa al concilio Vaticano II, la reunión de todos los obispos de la Iglesia, convocados por los papas san Juan XXIII y san Pablo VI, entre 1962 y 1965. En la inauguración del concilio, Juan XXIII distinguía entre las verdades de la fe y la manera en que son presentadas estas verdades; de este modo, daba a entender que la finalidad del concilio era anunciar la fe de la Iglesia de un modo nuevo. Esto es lo que da a entender la expresión italiana «aggiornamento», que podríamos traducir como «actualización».

El Sínodo comienza con esta misma ilusión: vivir la fe adecuadamente en el momento actual, responder al Señor que nos sale al encuentro en el presente. Las respuestas que sirvieron en otros momentos quizás no sirven del todo hoy, y se requiere ilusión y vitalidad para vivir hoy la identidad y la misión de la Iglesia.

Pues bien, este camino de renovación —lo oiremos muchas veces a lo largo de estos meses— tenemos que realizarlo todos los cristianos, miembros del Pueblo de Dios que avanza a través de la historia. El Sínodo se vuelve así imagen del Pueblo de Dios que avanza. En el Sínodo se realiza esta participación de todos los cristianos en la misión de la Iglesia.

El papa Francisco enseña que «el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio». Este camino viene bien expresado en las tres acciones que definen el proceso sinodal: comunión, participación, misión. El camino del Sínodo es, ante todo, una llamada a todos los cristianos a la comunión con Dios y entre sí, comunión que define la identidad de la Iglesia: no podemos ser lo que somos sin vivir la comunión. En virtud de esta comunión, el Sínodo es también participación de todos, oración común, diálogo mutuo, escucha paciente… elementos necesarios para un correcto discernimiento. Desde estas claves, el Sínodo se hace verdadera apertura a la misión, con el objetivo de responder con más fidelidad a lo que Dios nos pide.

El Documentos nos pide, por tanto, comenzar el Sínodo con verdadera altura de miras, tomar este momento con semejante intensidad a la que pidió la celebración, hace sesenta años, del concilio Vaticano II.
 

Por Juan Serna Cruz