Ángel Ruiz – Moyano de la Torre es secretario de Cáritas Diocesana de Ciudad Real. En este Corpus Christi, el día de la caridad, nos explica cómo Cáritas está trabajando para favorecer los procesos de autonomía e inclusión de los necesitados.
La realidad de muchas Cáritas en este tiempo pandemia se traduce en hacer frente a una demanda que se ha incrementado considerablemente, unido a la organización y gestión de la cantidad de donaciones en especie, de todo tipo —aunque no solo—, por parte de empresas y donantes solidarios. Como viene siendo habitual, algunas firmas ofrecen productos que de otra manera tendrían que acabar en los contenedores, y otras, realizan una producción extra para esta colaboración.
Vaya por delante nuestro profundo agradecimiento a la solidaridad que una vez más se ha puesto de manifiesto con las donaciones de todo tipo, también en especie, que generosamente nos están haciendo llegar fundaciones, grandes y pequeñas empresas y que, con su mejor intención, pretenden sumar esfuerzos para aliviar las difíciles situaciones por las que están pasando miles de familias.
Este nuevo escenario vuelve a poner en evidencia algunas de nuestras dificultades y contradicciones en relación a cómo entendemos y atendemos el acceso a las necesidades básicas. En el caso del modelo tradicional de reparto de alimentos, si bien es cierto que estamos «dando de comer», tendríamos que considerar cómo lo estamos haciendo.
En Cáritas tenemos un reto por delante para dignificar el acceso a la alimentación
Con el modelo tradicional de reparto de alimentos, que implica recoger, transportar, almacenar, organizar y distribuir los productos donados, limitamos la libertad de las personas en la gestión de sus necesidades. Por eso, ofreciendo una ayuda económica para que sean las familias quienes organicen su planificación y presupuesto familiar, se favorecen los procesos de autonomía e inclusión desde actos cotidianos y sencillos como es hacer la compra y cocinar.
Hablamos de una ayuda que permitirá a las familias realizar una compra saludable con productos frescos de calidad como verduras, frutas, pescados y proteínas de origen animal o los adaptados para menús especiales. Todo ello, pensando en unas dietas más equilibradas que aporten salud y vitalidad, y eleven los indicadores nutricionales de la población. Si hubiera personas que necesitan un apoyo, para ello están los procesos de acompañamiento y los talleres formativos que tenemos organizados.
En Cáritas tenemos un reto por delante para dignificar el acceso a la alimentación y la buena noticia es que ya tenemos varios ejemplos que nos señalan el camino. Prueba de ello son la variedad de experiencias innovadoras que en nuestra diócesis se han desarrollado en los últimos meses, de una forma más intensa, como son las transferencias bancarias, cheques, vales para canjear en establecimientos de proximidad.
Las palabras del papa Francisco en Evangelii gaudium son muy claras: «La Iglesia escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas. En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6,37), lo cual implica, tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad (que van más allá de algunos actos esporádicos de generosidad)».
Por Ángel Ruiz – Moyano de la Torre. Este artículo se publicó en Con Vosotros de 6 de junio de 2021.