Sí, tenemos Semana Santa

Durante estos días estamos oyendo que no habrá Semana Santa debido a la pandemia. Se refieren, sobre todo, a las procesiones y todo lo que conlleva. No quitamos el valor a esta manifestación catequética, popular, cultural y artística. Pero el comentario de un cofrade muy implicado en estas actividades me hizo pensar. Me dijo: «Mira, este año, vamos a tener una Semana Santa con lo esencial».

Me voy a permitir soñar la realidad que ante mí se abrió al oír a una persona joven decirme esto. La Semana Santa incluye en su centro el misterio central de la fe cristiana: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. La reforma litúrgica cuidó con esmero las celebraciones y el desarrollo armónico de los días que llamamos Triduo pascual: Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección.

Dios nos regala la oportunidad de volver a lo esencial

La lectura bíblica centra las celebraciones de forma impresionante, bella y profunda para la vida espiritual; las celebraciones son lo mejor que tenemos expresivamente (sobre todo la Vigilia Pascual) para percibir el misterio de la persona de Cristo en su pasión, en la muerte y, sobre todo, la resurrección. El silencio, la paz interior, la compañía de Jesús en el sacramento de la eucaristía, los momentos de meditación y contemplación ante el crucificado, la efusión gozosa de la alegría del resucitado… es verdad lo que me decía este cofrade amigo: Dios no nos falta, el Padre nos entrega a Cristo y en el Espíritu Santo nos congrega como hijos benditos para renovar y crecer en la fe. Dios está aquí y la liturgia de la Iglesia nos mostrará el «drama» existencial más profundo que ha renovado la humanidad «desde abajo».

Sueño con tantos jóvenes que al no poder llevar a Cristo sobre los hombros este año, se empeñarán en llevarlo en el corazón

Esta es la fuente de nuestra fe y de nuestro servicio caritativo a los más débiles y necesitados. Sueño con que podremos aumentar la limosna (también los pobres están), el ayuno (no podemos tirar el pan necesario de cada día) y la oración (el diálogo interior para el encuentro personal con Cristo).

Sueño con tantos jóvenes que al no poder llevar a Cristo sobre los hombros este año, se empeñarán en llevarlo en el corazón y pedirán a la Iglesia que duplique sus celebraciones para poder celebrar juntos el misterio de su Señor; sueño con un montón de catecúmenos de confirmación que irán a la Vigilia Pascual a renovar su fe con la comunidad; sueño con tanta gente que, para no perderse, estará en silencio en las parroquias orando, saboreando un texto bíblico o releyendo la Pasión porque necesitan tiempo para su alma… es verdad, habrá Semana Santa. Menos «religiosa» para el espectador, «cristiana» —como siempre— para el que no divide la fe y la vida, para el que sabe y quiere saber que la Semana Santa no es sólo un hecho cultural o turístico, sino el centro de la fe cristiana «vivida con pasión».

Dios nos regala la oportunidad de volver a lo esencial, a lo más netamente cristiano, para no caer en la tentación de aclamarlo con palmas, colgarlo en la cruz y olvidarnos que sólo Él es vida plena, como el pan tierno de cada día y el amor permanente de quien sólo ha sabido amar. Agradezco a mi amigo cofrade su reflexión.
 
Arcángel Moreno Castilla es delegado de Liturgia de la Diócesis de Ciudad Real