Juan Antonio Ruiz Rodrigo, sacerdote de nuestra diócesis, ha ganado el XL Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística con el poemario La voz de tu latido.
La obra ha sido seleccionada de entre 278 poemarios de 29 países. Se proclamó ayer lunes en un acto en la Universidad Técnica Particular de Loja (Ecuador), Madrid y Roma, durante un acto que se desarrolló de manera presencial y a través de internet. El premio consta de la edición de la obra, medalla conmemorativa y 7000 euros.
Tal y como explica el sacerdote, el poemario ganador está compuesto de sonetos y «estructurado según las horas de la oración monástica, en distintos momentos del día, que a su vez se vinculan con las distintas etapas de la vida». De esta forma, el poeta expresa cómo la oración de la Iglesia en la Liturgia de las Horas «no sólo marca el ritmo de la jornada, sino que permite al orante participar en el Misterio de Dios, que celebra, canta y contempla a lo largo de toda una vida».
Juan Antonio Ruiz, que es doctor en Sagrada Escritura y director del Instituto Español Bíblico y Arqueológico de Jerusalén (Casa de Santiago). Su poemario, lleno de ecos bíblicos, expresa, con la impronta del Salmo 62 y la mística española, «el profundo anhelo de un alma enamorada de encontrarse con Dios al ritmo de las horas litúrgicas, sufriendo los sinsabores de la noche oscura, vacíos y penurias, hambrunas y sequedades, y entreviendo al fin el gozo del amor divino», explicó.
Además, La voz de tu latido está claramente impregnada de la tradición mística, puesto que, para Ruiz Rodrigo, la poesía es «adentrarse en el misterio del alma que anhela el encuentro», como san Juan de la Cruz —ayer celebramos su fiesta— expresó con estas palabras: «Aquesta viva fonte que deseo, en este pan de vida yo la veo, aunque es de noche».
Tras agradecer el premio, el sacerdote pronunció tres poemas de La voz de tu latido, uno de los cuales transcribimos a continuación:
Me esperarás soñando, dulcemente,
la eterna y renacida primavera;
Vigilará la luna en la frontera
del ocaso desnudo e indiferente.
Despertarán las aguas de tu fuente,
y encontraré tu nave en la ribera;
Volará la gaviota a su manera,
y te veré en tu cielo transparente.
Me esperarás, te dolerá mi olvido,
llorarás el furor de mi pecado,
y encontrarás tu pulso en mi latido.
Me esperarás, regresaré a tu lado,
me sentiré en tus brazos tan querido
que moriré en tu pecho enamorado.