El VIII Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España se presentó el pasado 2 de julio en Toledo, una muestra de cómo se ha afrontado en Castilla-La Mancha la salida de la crisis y cómo estamos reconstruyendo la sociedad.
Este informe refleja una recuperación importante de la integración social, recuperando los niveles previos a la crisis. Sin embargo, alerta de la consolidación de dos situaciones que suponen sufrimiento y amenaza para una parte de la población, la consolidación de la exclusión social severa y la precariedad, que afecta a más población y más intensamente que antes de la crisis.
El Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en Castilla-La Mancha, según Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada (FOESSA) y coordinador de Estudios de Cáritas Española, «es un relato del momento de incertidumbre en el que nos encontramos, realizado al servicio de nuestros decisores políticos y de la sociedad en su conjunto. Una mirada a nuestra cohesión social que se retrotrae a cómo vivimos y reac-cionamos ante la gran recesión y cómo estamos enfocando la salida. Una historia que da cuenta de las consecuencias de la crisis en la postcrisis».
«Es un relato del momento de incertidumbre en el que nos encontramos, realizado al servicio de nuestros decisores políticos y de la sociedad en su conjunto»
Flores señaló que este VIII Informe FOESSA «nos muestra un modelo de sociedad que no ha cambiado. Todos los análisis apuntan a que, en la última década, estamos viviendo las consecuencias del mismo modelo de desarrollo económico, social y antropológico, solo que las consecuencias de este modelo se manifiestan de forma diferencial en cada etapa que atravesamos».
Se trata de un modelo marcado por una debilidad distributiva, por sus dificultades para no dejar a nadie atrás, un modelo con serias dificultades para afrontar y mejorar la vida de los vulnerables, de aquellos que viven la precariedad, y de las personas excluidas.
El VIII Informe FOESSA consta de un informe global de la realidad del conjunto del estado y de 18 informes territoriales, entre otros el referido a Castilla-La Mancha.
«nos muestra un modelo de sociedad que no ha cambiado. Todos los análisis apuntan a que, en la última década, estamos viviendo las consecuencias del mismo modelo de desarrollo económico, social y antropológico, solo que las consecuencias de este modelo se manifiestan de forma diferencial en cada etapa que atravesamos»
Puedes consultar el informe completo en
este enlace. Además, en el
canal de Youtube de FOESSA hay distintos vídeos que explican cada parte del informe.
El informe de la región de Castilla-La Mancha por puntos
1. La recuperación económica no se ha traducido en una mejora de las rentas más bajas.
La renta media de la población de CLM se ha reducido en diez años en un 2%, pero quien más ha sufrido esta pérdida en la capacidad económica, ha sido el grupo poblacional con menos ingresos, que ha visto mermada su renta en un 17%. Se ha producido un proceso de acumulación de dificultades en las personas que se encuentran en la parte más crítica de la exclusión severa.
Junto a esta realidad puramente económica, se encuentra el análisis más amplio de la exclusión social, que nos arroja la imagen de 328.000 personas en exclusión social en Castilla-La Mancha, el 16,2% de la población de la región. Muchas de estas familias ya vivían en exclusión durante la crisis, algunas vienen sufriendo estas dificultades incluso en la época de bonanza económica previa a la crisis, y otras, las menos, llevan poco tiempo en esta situación de exclusión ya que han perdido el apoyo de los elementos compensadores que les permitían seguir a flote.
Esta población en exclusión es lo que denominamos la sociedad estancada, un grupo de personas para las que el ascensor de la movilidad social no funciona y no es capaz de subir siquiera a la primera planta.
Pero dentro de ella, existe un grupo especialmente vulnerable afectado por problemas de exclusión, que acumulan tantos problemas en la vida diaria que les impide tener un proyecto vital mínimamente estructurado, el 6,3%, que son 127.000 de personas en situación de exclusión social severa. Son el grupo sobre el que se ceba la desigualdad y la precariedad en sus diferentes formas. La vivienda insegura e inadecuada, el desempleo persistente, la precariedad laboral extrema y su invisibilidad para los partidos políticos, entre otras.
2. El desempleo
El desempleo en Castilla- La Mancha todavía alcanza al 18% de la población, multiplicando por 2,3 la tasa de paro del año 2007, que se situaba en el 8%.
El 9% de la población convive en hogares donde todas las personas activas sufren el desempleo.
Tener un empleo no garantiza salir de la pobreza y la exclusión. El 16% de las personas que trabajan se encuentran bajo el umbral de la pobreza y el 11% en exclusión social, a pesar de su esfuerzo personal, a pesar de salir a luchar todas las mañanas por sus hijos e hijas, no consiguen unas condiciones de vida mínimas.
Uno de cada tres contratos temporales dura menos de siete días.
La parcialidad indeseada afecta a 7 de cada 10 trabajadores parciales.
Y ante esta situación al menos el 23% de las personas en hogares con al menos una persona desempleada no ha realizado ninguna formación ocupacional en el último año.
3. La vivienda
Es un motor elemental de la desigualdad y un factor clave en las dinámicas de exclusión social. El acceso a una vivienda digna se ha convertido en un derecho inaccesible para muchas familias, que sufren la inseguridad y la inadecuación de su hogar, y una influencia notable sobre los recursos económicos, sobre el estado de salud y sobre los proyectos vitales de los más jóvenes.
97.000 personas viven con la incertidumbre de quedarse sin vivienda.
El 10% de la población (200.000 personas) viven bajo el umbral de la pobreza severa una vez descontados los gastos o deudas relacionadas con el pago de la vivienda y los suministros de la misma.
El 8% de la población ha recibido avisos de cortes de los suministros de la vivienda, producidos por las dificultades económicas.
4. Familias
Casi 1 de cada 5 menores de 18 años, el 19% sufre situaciones de exclusión social.
El 26% de las familias numerosas y el 31% de las familias monoparentales se encuentran en exclusión social.
Los datos de la Encuesta FOESSA sostienen que cuando uno nace y se cría en un hogar con escasos bienes materiales y con ingresos reducidos aumentan las probabilidades de instalarse en el pantano de la vulnerabilidad. Los que se criaron entre dificultades, duplican a los que no crecieron entre penurias. Hoy más que ayer, la familia donde naces determina más tus oportunidades.
5. Mujer
Las desventajas de las mujeres para vivir de forma integrada afectan a todas las dimensiones de la exclusión social, destacando la brecha de ingresos en el empleo y en las prestaciones, el mayor riesgo de empobrecimiento, su acceso más precario a la vivienda, las diferencias en el estado de salud y la mayor exposición a situaciones de aislamiento social.
La exclusión severa afecta al 8% de los hogares sustentados por mujeres, frente al 5% de los hogares sustentados por hombres.
Una mujer tiene que trabajar 1,5 horas más al día para ganar lo mismo que un hombre. Si esa mujer es inmigrante necesitará 2 horas.
Cuando una mujer es la sustentadora principal del hogar tiene más problemas económicos para enfrentarse a: acudir a servicios de salud como dentista, tratamiento psicológico..., tiene más retrasos en los pagos de recibos, soporta mayor volumen de amenazas de pérdida de vivienda.
Aunque la exclusión social tiene muchos perfiles, uno muy frecuente es el de mujer, menor de 44 años, con hijos a cargo, con bajo nivel de estudios y en búsqueda de empleo.
6. Desigualdad en los recursos sanitarios
La desigualdad generada por el acceso a los recursos sanitarios básicos que están fuera de la competencia de la sanidad pública refuerza el carácter de exclusión de la dimensión de la salud, con una especial incidencia entre las personas con discapacidad.
La exclusión social tiende a duplicarse en las personas con discapacidad. El 33% de las personas con discapacidad, se encuentran en situación de exclusión social, el doble que las personas sin discapacidad.
El 13% de la población ha dejado de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por problemas económicos, frente al 9% estatal.
El 16% de la población no puede tener un tratamiento bucodental porque no se lo puede permitir.
Aunque cuantitativamente son muy pocos, el 1,8% de los castellanos manchegos (triplica la media estatal) han tenido dificultades para pagar o procurarse un medio de transporte para desplazarse al médico, lo que pone en evidencia las mayores dificultades que personas mayores en el medio rural tienen para acceder a la asistencia sanitaria.
7. Educación
En el ámbito de la educación, se detectan dos elementos diferenciadores de la región, que generan un mayor riesgo de exclusión social, son los relacionados con:
La no escolarización de 3 a 15 años en la región triplica la media estatal. El 2,3% de los hogares en esta situación en Castilla-La Mancha frente al 0,7% en el ámbito estatal durante el último curso 2017-2018.
Los mayores sin estudios, duplican la media estatal. Los hogares con alguna persona de más de 65 años que no saben leer ni escribir o no han ido a la escuela, en Castilla-La Mancha es de 3,6% frente al 1,6 % de España.
8. Estado del bienestar como mecanismo de protección social
Los ciudadanos de Castilla-La Mancha siguen apoyando el Estado de bienestar como mecanismo de protección social. Más que antes se pide al Estado que intervenga para conseguir una sociedad más igualitaria, para garantizar el derecho a la salud o a la educación y para protegernos de la pérdida de ingresos derivada de situaciones de vejez, enfermedad o desempleo. Los ciudadanos no consideran creíble el discurso sobre el «excesivo» gasto social.
Existe un amplio apoyo social a la inversión en los Servicios Sociales. El 76% de los castellano-manchegos considera que hay que destinar a los Servicios Sociales más dinero público que en la actualidad.
El 82% de los castellano-manchegos apuesta por más prestaciones y servicios sociales, aunque esto requiera más impuestos.
A pesar de esta realidad, el gasto en prestaciones sociales en Castilla-La Mancha es notablemente inferior al del Estado, y en determinadas prestaciones destinadas a los más vulnerables, como es la renta mínima, la cobertura de la prestación es mínima, inferior al 10% de la población en pobreza severa, y la cuantía de las mismas continúa siendo insuficiente para garantizar unas condiciones de vida mínimas.
A pesar de la insuficiente inversión en políticas sociales, 4 de cada 10 personas en situación de exclusión han acudido a los servicios sociales públicos, y 3 de cada 10 personas han acudido a Cáritas, lo que hace que esta sea la primera entidad social de Castilla-La Mancha a la que acuden las personas vulnerables, después de los servicios sociales públicos.
9. Fenómenos demográficos
Estos fenómenos devienen en una reducción intensa de la natalidad, un incremento progresivo de la necesidad de cuidados, siendo la familia hoy el centro bajo el que se sostienen los cuidados.
Los procesos de aumento de la esperanza de vida y la consiguiente longevidad, los cambios en las pautas reproductivas y, por último, las modificaciones en las estructuras de los hogares y en la organización de las familias han conllevado cambios significativos en el modelo de sociedad.
Destaca la reducción de todos los indicadores de natalidad y fecundidad, con una intensidad similar a la del conjunto del país.
1 de cada 3 hogares necesita cuidados, bien por crianza, bien por edad avanzada, bien por dependencia, bien por enfermedad.
2 de cada 3 personas que realizan los cuidados son mujeres de la familia.
Aunque los cuidados siguen siendo claramente de la familia, hay una tendencia, muchas veces empujada por el mundo laboral hacia la mercantilización de los cuidados, proceso del cuál quedan excluidos, aquellos que nos los puedan pagar.
Ante todo este panorama la reacción de los ciudadanos en Castilla-La Mancha:
Sigue apoyando el Estado de bienestar como mecanismo de protección social. Más que antes se pide al Estado que intervenga para conseguir una sociedad más igualitaria, para garantizar el derecho a la salud o a la educación y para protegernos de la pérdida de ingresos derivada de situaciones de vejez, enfermedad o desempleo.
En segundo lugar, vivimos un cuestionamiento al sistema fiscal, tanto desde el ámbito político como ciudadano, y cierta fatiga de la compasión en nuestra sociedad, lo que puede mellar la legitimidad del Estado de bienestar como protector ante desigualdades. Disminuye la disposición a pagar los impuestos necesarios para financiar las políticas de bienestar. La sociedad española siente desconfianza ante el sistema fiscal y la clase política encargada de gestionarlo.
Esa fatiga de la compasión en tercer lugar está generando perfiles críticos con las ayudas sociales. Más del 50% de la población expresa que ahora ayudaría menos que hace diez años. Aunque seguimos siendo uno de los países donde existe un grupo mayoritario que piensa que las ayudas sociales no vuelven perezosas a las personas.
Y, en cuarto lugar, instala a muchas personas en el miedo ante una sociedad del descenso y de pérdida de estatus. Un miedo que es aprovechado en un irresponsable juego que genera tensiones y problemas desde la política y los medios de comunicación allí donde no los había: por ejemplo con la xenofobia.
Raúl Flores explicaba todo ello con dos datos:
Las personas inmigrantes aportan el 10% de los ingresos de la Seguridad Social y sin embargo, el 50% de la población española piensa que reciben más de lo que tributan.
En el espacio de la exclusión social el 90% de las personas son españolas, sólo el 10% son inmigrantes.
En palabras de don Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo, este VIII Informe FOESSA, no es un añadido retórico a la acción sociocaritativa, sino parte esencial de la misma, que reconoce que la razón y la experiencia van de la mano y recordaba las palabras del papa Benedicto XVI en
Caritas in veritatis, donde asegura que «no existe la inteligencia y después del amor: existe el amor rico en inteligancia y la inteligencia llena de amor».
Don Braulio recordaba también, que la Iglesia, en su recorrido de acomapañamiento a las personas socialmente vulnerables, entiende que comprender la realidad es una dimensión básica de la caridad. Por esa razón, los estudios FOESSA son investigaciones rigurosas, coherentes y consistentes con la realidad.
Por su parte, el Presidente de Cáritas Regional de Castilla-La Mancha, Fernando Muñoz López, indicaba que los informes FOESSA, siempre han sido un instrumento necesario, y subrayaba la idea que éstos no nacen para analizar la realidad, sino que surgen con la intención de transformar la realidad.
Muñoz expresaba, que la realidad que nos muestra este VIII informe FOESSA es sumamente expresiva de nuestra situación. Estamos construyendo una sociedad desligada y desigual. Una sociedad con vínculos fragilizados en un entorno de crecimiento de las desigualdades. Llama la atención el preceso de fragmentación social que está teniendo lugar a costa del debilitamiento de los derechos sociales.
Continuó explicando, que el mayor interés de Cáritas Regional en Castilla-La Mancha, es que este informe sirva para que todos asumamos, en lo personal y comunitario, la cuota de responsaibilidad que tenemos en la construcción de soluciones y oportunidades. Y recordaba que ya Cáritas en estas últimas elecciones autonómicas y locales, envió a todos los partidos políticos el documento
Para una sociedad más justa. Propuestas políticas en el que la institución proponía cuestiones para generar una mejor calidad de vida entre las personas más empobrecidas.
Don Braulio Rodríguez Plaza cerraba la presentación del VIII informe FOESSA en Castilla-La Mancha agredeciendo la presencia de los medios de comunicación, de Fernando Muñoz y de Raúl Flores, y terminaba diciendo: «Que todos los datos que se nos han presentado hoy, nos ayuden a afrontar las encrucijadas a las que nos enfrentamos para empujarlas en la dirección de un mundo de más justicia, de más fraternidad, del que nadie quede excluido, como miembros de una misma familia humana».