Raúl López Hinarejos fue ordenado sacerdote en la catedral de Ciudad Real el pasado sábado 6 de octubre por el obispo, monseñor Gerardo Melgar, en una celebración en la que lo acompañaron el resto de presbíteros, familiares y amigos.
Natural de Valdepeñas, López Hinarejos comenzó a estudiar en el Seminario a los 16 años, y él mismo subrayaba cómo, tras nueve años de estudios, «allí he crecido por medio de la comunidad, de los compañeros y de los formadores en las diferentes dimensiones de la persona y también en lo pastoral». Insiste en haber vivido los años de formación como «una verdadera gracia», compartiendo «lo fundamental, la eucaristía; pero también muchos momentos de convivencia, de deporte, de oración, de alegría». Ahora que se ha ordenado, no lo vive como un punto y final, sino como un paso más, aunque con carácter definitivo, en su camino vocacional: «La ordenación –dice el nuevo sacerdote– no es una meta, sino el inicio de una nueva etapa en la vocación sacerdotal».
Los días en torno a su ordenación son, explica Raúl con una sonrisa permanente, un recuerdo continuo de la compañía, «por parte de mi familia, de mis padres; y todos los años vividos en el Seminario». Estas semanas «estoy ahondando en la entrega a Cristo y a su Iglesia con mucha felicidad», dice y, porque se siente tan feliz por el paso dado, anima a los jóvenes a «confiar», a tener «la valentía que solo puede dar Cristo». El paso que ha dado es para siempre, y pensando en el futuro, espera que le puedan recordar por la «alegría, la sencillez y, sobre todo, por la esperanza».
«Me gustaría que me recordaran por la alegría, la sencillez y, sobre todo, por la esperanza»
Para el obispo, monseñor Gerardo Melgar, se trataba de la primera ordenación sacerdotal que preside en la diócesis de Ciudad Real desde su toma de posesión en 2016. En su homilía recorrió la entrega del nuevo presbítero y su formación, así como la compañía de quienes le han ayudado a formarse y a continuar entregándose a su vocación. Especialmente explicó la llamada libre de Cristo y a respuesta del hombre, absolutamente libre pero capacitado por Dios para dar el sí: «Se ha escuchado tu nombre en este momento histórico, en esta mañana en la que tú has contestado que sí. […] Te llamaba por tu nombre, y tú le respondías con un sí generoso. No se llega al sacerdocio en virtud de méritos propios ni reivindicando ningún derecho, porque no existe, como tampoco uno es sacerdote por la elección de la comunidad ni fruto de haber ganado una oposición. Se llega al sacerdocio por la libre elección de Dios. […] El sacerdocio es puro don y regalo de Dios», dijo el obispo.
«Se ha escuchado tu nombre en este momento histórico, en esta mañana en la que tú has contestado que sí».
Además, le recordó las palabras que unos minutos más tarde pronunciaría en la ordenación: «Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la cruz de Cristo». Sobre la cruz, el obispo explicó, hablando directamente al futuro sacerdote, que vivirá «muchos momentos de felicidad, pero también de dificultad. La cruz de Cristo te acompañará en muchos momentos de tu vida sacerdotal. No debemos olvidar que hemos sido llamados a ser sacerdotes desde la cruz».
Después de las palabras del obispo continuó la celebración con el rito de la ordenación. En primer lugar, Raúl López Hinarejos hizo la promesa, manifestando su disposición a desempeñar el ministerio sacerdotal y prometiendo obediencia al obispo. En este momento, la comunidad entonó las letanías, rezando a los santos para que intercedan por el sacerdote. Después, el obispo impuso las manos sobre Raúl, haciéndolo después todos los presbíteros. Tras la plegaria de la ordenación, monseñor Melgar ungió las manos del nuevo sacerdote y le entregó el pan y el vino.
Raúl López Hinarejos celebró su primera misa en la parroquia de La Asunción, en Valdepeñas, el pasado domingo.