Han participado en esta peregrinación a Tierra Santa en los últimos días de agosto de cuarenta y tres personas que en ambiente de oración, se han acercado a conocer desde la tierra de Jesús el EVangelio. Allí anunció Jesucristo la llegada del Reino de Dios, realizó multitud de milagros, predicó y pasó haciendo el bien. También nuestra vida cristiana es pasar haciendo el bien, como Jesús. En el monte Calvario entregó su vida en la Cruz y allí, a poco metros, fue enterrado en una tumba nueva, excavada en la roca.
«La experiencia de peregrinación a Tierra Santa ayuda, sin duda, a leer y meditar el Evangelio de manera distinta, comprendiendo mejor las palabras de Jesús». Pero también es una buena oportunidad para conocer la situación en la que viven los pocos cristianos que van quedando en aquella tierra. Mantienen su fe a pesar de las dificultades que contrasta con las comodidas que muchas veces vivimos los cristianos de aquí y de las que no terminamos de ser conscientes. Mención también merecen los Franciscos que desde hace siglos custodian la tierra del Señor.
ES una experiencia que marca la fe. Peregrinar a Tierra Santa puede suponer un antes y un después. Así debe ser porque los peregrinos buscan «buscan las huellas de Jesús y que guardando en el corazón sus palabras vuelven a la comunidad, como los discípulos de Emaús, para compartir esta experiencia de encuentro con Cristo».