En este tiempo de predominio político se habla de economía, sanidad, educación…de parados, jubilados, mujeres…pero hay algo de lo que nadie habla, nadie dice nada porque nadie los ve, nadie les da voz…y si no se ven ni se oyen, no existen, resultando ser invisibles; y no se puede hablar de lo que es invisible.
Pero la realidad es otra y no se puede esconder. Existen, están, viven, sienten, sufren…las personas sin hogar existen y están ahí, en tu barrio, en mi barrio, cerca o lejos, de noche y día compartiendo el espacio público, las calles con nosotros.
Sin embargo, en ocasiones sí se ven, y se ven porque “deslucen” mi barrio, y lo que no es bonito, lo que no me gusta ver, mejor lo quito de mi camino y la mejor manera de quitarlo es poniéndoselo difícil, poniendo obstáculos para que no sigan ahí y de esta manera ser persona sin hogar y vivir en la calle pasa a estar criminalizado y por tanto perseguido y castigado.
Lo feo, lo que no me gusta encontrarme en el camino, aquellas conductas que al parecer de algunos molestan en mi espacio público, deben de estar fuera. ¿Mi espacio público? ¿Mío y de quien más? ¿Del resto de personas? ¿De todas las personas? Ahí es donde empieza la reflexión. Mi espacio público ¿es también el espacio público de las personas sin hogar?
Ante este “deslucir”, surgen ordenanzas municipales para la convivencia ciudadana, tantas y distintas como pueblos existen en nuestro país. De esta manera empieza a considerarse infracción, conductas como pedir en la puerta de comercios, dormir en un banco, limpiar parabrisas, buscar en la basura… por las cuales si se incumplen, se debe pagar una gran multa. Pero me pregunto: ¿es que es divertido dormir en un banco en un frio invierno o un caluroso verano? y ¿agradable buscar algo de comida en los contenedores?, ¿y asearse en una fuente? A mi parecer creo que cualquier persona preferiría dormir en una cama, comer un plato de comida caliente, o poder ducharse en un baño, todas ellas necesidades básicas, pero si se llega a ese extremo, ¿tengo yo el derecho a juzgar a esa persona? ¿Tienen derecho los políticos a regular el espacio público?
Por supuesto que sí, el espacio público ha de estar regulado y es cierto que ninguna ordenanza sanciona específicamente a las personas sin hogar, pero tiene un efecto desproporcionado sobre las personas que viven en la calle porque son ellas, las personas sin hogar las que están abocadas a vivir, comer, dormir, pedir, e incluso orinar en la calle, todos ellos comportamientos sancionados en las ordenanzas. La solución no está en criminalizar estos comportamientos porque claro está que a nadie le agrada mostrar su intimidad en público. La solución está en ver todo esto con otra mirada, la mirada de los Derechos humanos y reconocer que las personas sin hogar al igual que el resto de personas son seres humanos con dignidad y titulares de derechos sociales tal como se reconoce en la Declaración de Derechos Humanos.
No olvidemos que nadie vive en la calle porque quiere, y si lo único que se pretende es sancionar y no buscar las causas para solucionar, lo que hacemos es invisibilizar aún más a estas personas y el problema no desaparece ni se soluciona.
Todas estas medidas sancionadoras, deshumanizan en ocasiones a las personas sin hogar y los muestran como peligrosas, pero ser persona sin hogar no es un delito, por el contrario, en ocasiones son víctimas de injusticias que los estigmatiza y oprime aún más.
Por Mª Sol Cabezuelo