Todos los pueblos de la diócesis han vuelto a llenarse de color con la decoración de los vecinos para el paso del Corpus Christi, una fiesta que transforma las calles con la fe de los fieles, expresada de múltples formas.
Alfombras de sal o serrín, altares, plantas olorosas y mantos en los balcones visten la calle de fiesta en una tradición que crece en participación en los últimos años. Incluso los pueblos más pequeños celebran el Corpus con distintos motivos visuales que sirven siempre para la adoración y para indicar públicamente que el mismo Señor camina por las calles.
En algunos pueblos, además, se elaboran las alfombras haciendo referencia a alguna celebración particular en el año, como el tema del «acompañamiento» propuesto en la Programación Pastoral que se plasmó a través de los discípulos de Emaús o de la representación de distintos santos. No falta en ningún Corpus alguna referencia a Cáritas o sencillamente motivos eucarísticos y decorativos.
El hecho de lo efímero del arte que se vio el domingo por toda la diócesis, con horas de trabajo que deshacen al paso del Santísimo resalta la importancia del día y de la adoración al Señor, reafirmando la fe en la presencia a través del trabajo y el esfuerzo.