En la fiesta de Presentación del Señor se celebró la Jornada de la Vida Consagrada con una misa en la Catedral que presidió el obispo, monseñor Gerardo Melgar.
Con el lema «La vida Consagrada, encuentro con el amor de Dios», decenas de religiosos participaron en la eucaristía el pasado 2 de febrero, y renovaron sus promesas.
Monseñor Melgar, que comenzó la celebración encendiendo y bendiciendo las candelas, explicó que el Señor nos pide a todos que «también seamos luz para los demás», iluminándolos para «que se conviertan a él y le sigan». En su homilía, en torno a la luz y al encuentro, animó a los fieles a ser testigos buenos del Señor, «del amor a Dios y del amor de Dios», puesto que «Él es, para las personas consagradas, el tesoro escondido en el campo. Las personas consagradas se han encontrado con Jesús como el gran tesoro de su vida […] y sentís que no os falta nada para ser felices». Este encuentro con el amor de Dios llena la vida de los consagrados, y «es mucho más grande que nuestras debilidades».
Tras la homilía, todos los consagrados presentes renovaron sus promesas, reafirmando su entrega al Señor después de un «encuentro de amor».
La fiesta de la Presentación del Señor
La fiesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapante por los griegos, se celebra cuarenta días después de Navidad, cuando Jesús fue llevado al templo por María y José. Lo que era un cumplimiento de la Ley de Moisés se convirtió en el encuentro del Señor con el pueblo creyente y gozoso. Así se manifestó Jesús como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel (elog. del Martirologío Romano).