La obra del mes en el Museo Diocesano es el arcángel san Rafael, teniendo en cuenta que el próximo 29 de septiembre celebraremos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
La talla es una donación de la antigua Casa Tutelar de San Rafael (antiguo reformatorio) al Museo Diocesano, recibía culto en la iglesia que estaba regentada por los Padres Mercedarios Calzados. Es anónima del siglo XX, en madera policromada y mide 130x40 cm.
Su historia la encontramos en el libro de Tobías, de autor desconocido, del Antiguo Testamento (Tb 5, 4). San Rafael, es uno de los tres arcángeles de la corte celestial que la Iglesia venera por su nombre. (Tob 12,15; Apc 21,9; 22,8). Rafael, cuyo nombre significa «Medicina de Dios», es el arcángel de la salud (física, emocional, mental y espiritual) pues fue el enviado por Dios ante las plegarias para sanar al anciano Patriarca Tobías, quitándole la ceguera con las vísceras de un pez, y para guiar a su joven hijo Tobías en un largo y peligroso viaje en el curso del cual le buscó esposa en Sara, a quien también curó de la opresión del demonio. Tradicionalmente, el arcángel es venerado como patrono de los viajeros o caminantes, de los médicos, de los enfermos y de los mutilados de guerra, por las curaciones que realizó en el padre y la esposa de Tobías. También es venerado como patrono de confesores y penitentes.
Desde el punto de vista del análisis formal es una hermosa talla de bulto redondo de cuerpo entero, representa un joven de semblante andrógino de gran belleza (Mateo 20:30 parece indicar que los ángeles son “a-sexuales”), largos cabellos con nimbo dorado de latón, y largas alas. Está realizada en madera policromada, de color verde (el color de la naturaleza, la esperanza y la regeneración), de rico dorado y estofado.
La estética del arcángel, (protector, sanador y peregrino), lleva los símbolos fundamentales de su iconografía: vestido con hábito de peregrino (acompañó al hijo de Tobías en su viaje), cubriéndole con una túnica que recoge con la mano izquierda, con esclavina que lleva dos conchas, portando un báculo en su mano derecha (representa la voluntad y el apoyo espiritual necesarios para recorrer el camino de la vida) y en su mano izquierda asido el pez con cuya hiel Tobías curaría la ceguera de su padre (el pescado simboliza la vida y regeneración espiritual).
También en las lecturas alegóricas de esta escena se estableció un paralelismo entre la recuperación de la vista de Tobit y la luz derramada por Cristo en su pueblo.
El Mensaje
Este hombre herido, necesitado de curación, somos todos nosotros. Anunciar el Evangelio significa ya de por sí curar, porque el hombre necesita sobre todo la verdad y el amor. Papa Benedicto XVI
Texto: Ana María Fernández Rivero