Este domingo, el obispo presidió la Eucaristía en la Solemnidad del Corpus Christi, acompañado por el cabildo, los sacerdotes de la ciudad y del Seminario, así como los Caballeros de las Órdenes Militares, y un buen número de fieles que volvió a llenar la Catedral.
En su homilía, el obispo animó a los fieles a expresar la cercanía de Dios, presente en la Eucaristía, puesto que «no es un Dios lejano, sino cercano». Además, explicó que la celebración del Corpus debe «suscitar en nosotros, en primer lugar, una actitud y sentimiento de gratitud», por todo el amor de Cristo. Este amor, dijo, «nos compromete a comulgar con todos los hermanos, especialmente con los más necesitados y nos compromete en la construcción de un mundo nuevo, en el que compartamos cuanto somos y tenemos con nuestros hermanos necesitados».
Monseñor Melgar concluyó sus palabras con el deseo de que los cristianos «Comulguemos con el cuerpo y la sangre de Cristo, pero comulgando también con los hermanos que sufren y poniendo lo que esté de nuestra parte, para que a través de nuestra caridad, sientan que Dios sigue queriéndoles e interesándose por ellos y respondiendo a sus necesidades».
Al finalizar la Eucaristía comenzó la procesión con el Santísimo que, a causa del riesgo de lluvia se realizó con la custodia en manos del obispo y bajo palio, alrededor de los jardines del Prado y no por el recorrido habitual.
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