Este domingo 21 de mayo se cumple un año desde la toma de posesión de monseñor Gerardo Melgar como obispo de la Diócesis de Ciudad Real.
Aquel día, presidió por primera vez la Eucaristía en la Catedral de Ciudad Real, acompañado por el nuncio, Renzo Fratini; su antecesor en la Sede Episcopal, monseñor Antonio Algora, una treintena de obispos, 166 sacerdotes y fieles.
En su homilía, el obispo afirmó: «Me presento como vuestro Obispo, con la sencillez y transparencia de un niño, con la ilusión de ser entre vosotros Padre y Pastor, que estando en medio de vosotros formemos el Pueblo santo de Dios y os pueda conocer, amar y cuidar». Pidió, además, que se rezase por él: «Vengo necesitado de la ayuda de Dios, y de la de todos vosotros. Necesitado de que, desde el primer momento, pidáis al Señor por mí». En varias ocasiones habló de sencillez, de transparencia, de ser diáfanos y sin dobleces para así «presentar el verdadero rostro de Dios de forma creativa y significativa, para que llame la atención a ese hombre nuevo y lo lleve a encontrarse con el Señor». Además, puso como referente a la familia porque «lo que se vive en la familia, lo mismo como personas que como cristianos, no se olvida nunca y marca a las personas para siempre».
Concluyó su homilía poniéndose bajo la protección de la Virgen del Prado, de los santos nacidos en nuestra diócesis: Santo Tomás de Villanueva, San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia, y San Juan Bautista de la Concepción. También, pisió la intercesión del beato mártir Narciso Estenaga, «que ellos nos asistan con su intercesión para lograr hacer de nuestra Diócesis una Iglesia evangelizada, evangelizadora y comprometida con los más necesitados y en un diálogo abierto con todos».