El pasado domingo, 12 de marzo, se celebró la primera convivencia de matrimonios con el obispo, monseñor Gerardo Melgar.
El salón de actos del Seminario se desbordó para el encuentro, en el que además de más de 200 matrimonios, se reunieron en torno a 120 niños.
Toda la jornada estuvo dirigida por el obispo, que dedicó la mañana a explicar las actitudes de Jesús hacia las personas, invitando a las parejas a repensar en sus propias actitudes y relaciones. Tras rezar juntos, los matrimonios pudieron confesarse.
Después de la comida, que tuvo lugar en el claustro del Seminario, los matrimonios revisaron la familia por parejas, pudiendo concretar un plan para continuar avanzando por el camino matrimonial. En particular, este fue uno de los momentos que más subrayaron los participantes: «Un tiempo de calidad que no siempre se encuentra y que sirve para mejorar la relación de toda la familia con proposiciones concretas».
La Eucaristía fue el culmen del día, con la participación de todos los niños. En la homilía, el obispo animó a los matrimonios, puesto que «a veces nos sentimos desanimados y necesitamos de la transfiguración del Señor». Ofreció la Eucaristía por todos ellos, «para que el Señor os siga manteniendo fieles y ayudando a cumplir con todo aquello que significa el matrimonio cristiano».
Una vez finalizada la jornada, monseñor Melgar la definió como «una jornada para pensar en el Señor, en la fe y revisar el matrimonio». Por eso, invitó a todos a participar, «sabiendo que esto no es la panacea, pero sí el principio de algo bueno que puede venir después».
Los participantes valoraron positivamente la reunión, puesto que «después de muchos años de matrimonio, es una ocasión para pararnos a pensar y dedicarnos un rato a nosotros». Por otro lado, en cuanto a la convivencia con otras parejas, algunos afirmaron que «el matrimonio no se puede vivir solo, pero tampoco se puede vivir “solos”, lo mejor es que cada matrimonio se asocie, esté cerca de otros y pueda ayudarse». Algunos se sorprendieron al encontrar en la convivencia familias que conocían de otros ámbitos muy distintos y se alegraron al conocer a «matrimonios como nosotros, viviendo la fe con sus hijos, porque eso anima».
En los próximos años se continuará con estos encuentros, respondiendo a la petición del papa Francisco en la exhortación Amoris laetitia, donde invita a la Iglesia a acompañar a los matrimonios y familias en su itinerario vital.