Aniversario de la canonización de Juan Bautista de la Concepción

El pasado 25 de mayo celebramos los cincuenta años de la declaración de san Juan Bautista de la Concepción como santo por el papa san Pablo VI. Se trata de uno de los tres santos nacidos en nuestra diócesis. Además, Juan Bautista de la Concepción fundo varios conventos en Ciudad Real: en Valdepeñas, Socuéllamos, Villanueva de los Infantes y La Solana. El párroco actual de su pueblo natal, Almodóvar del Campo, nos escribe la biografía del santo. 

San Juan Bautista de la Concepción es uno de los tres santos de nuestra diócesis, junto con santo Tomás de Villanueva y san Juan de Ávila. Comparte con este último ser natural de Almodóvar del Campo. Nació 10 de julio de 1561 y fue el quinto hijo de los ocho hermanos que tuvieron el matrimonio formado por Marcos García Gijón —familiar de san Juan de Ávila— e Isabel López Rico. 

Desde pequeño, el niño destacó por su gran religiosidad y por realizar prácticas ascéticas con las que se afanaba por unir su vida a Cristo. A la edad de 15 años, vivió una experiencia que marcaría el resto de su vida: Teresa de Jesús se hospedó en su casa al venir hasta Almodóvar para participar en los primeros capítulos de la reforma del Carmelo masculino, y proyectar la fundación de un convento con san Juan de la Cruz y el padre Gracián. Después de tratarlo durante unos días, la santa profetizó que ese niño sería un gran reformador de la Iglesia. 
 

Juan Bautista fue un brillante predicador, un sabio acompañante espiritual, y un profundo escritor


Juan Bautista inició sus estudios con los frailes Carmelitas Descalzos de Almodóvar, después se marchó a estudiar Teología a la universidad de Baeza, completando su formación en Toledo, donde respondió a la llamada a consagrarse al Señor, tomando el hábito trinitario en 1580. Después, cursó cuatro cursos de teología en Alcalá de Henares y marchó a Sevilla.

La Orden de la Santa Trinidad y de la redención de los cautivos a la que perteneció había sido fundada en el siglo XII por san Juan de Mata con el propósito de ser instrumentos de la misericordia divina sirviendo a los más pobres de la sociedad y actuando para redimir a cristianos que habían sido encarcelados por los musulmanes, incluso canjeándose por ellos para pagar su condena y propiciar su liberación.  

En su viaje hacia Sevilla —en febrero de 1596—, nuestro paisano vivió la experiencia más trascendental de su vida. En medio de una tormenta, recibió la moción espiritual de iniciar la reforma de la Orden trinitaria para recuperar su hondura espiritual y relanzar su misión, encomendando su proyecto a la Virgen de la Cabeza.

Después de años de trabajo y esfuerzo reformador, viajó a Roma para presentar al Papa su reforma. Hasta que el 20 de agosto de 1599, Clemente VII aprobó la Congregación de los hermanos reformados de la Orden de la Santísima Trinidad. La humildad y austeridad de la nueva orden hizo que fueran llamados «Trinitarios descalzos», frente a los calzados, rama que finalmente se extinguió en el siglo XIX.
 

Santa Teresa de Jesús se hospedó en la casa de los padres de san Juan Bautista y profetizó que ese niño sería un gran reformador de la Iglesia


Los pilares de la espiritualidad de la reforma de Juan Bautista son la práctica de la oración y vivir bajo la contemplación del rostro misericordioso de Dios para mirar al mundo como Él lo mira. La búsqueda de la santidad desde la perfecta imitación de Cristo pobre y compasivo. La consagración a la Trinidad, que ha liberado al mundo del pecado y del mal por la encarnación, la muerte y resurrección del Hijo. El servicio preferencial a los más pobres y a los que sufren cualquier tipo de esclavitud. El cultivo de la humildad y la práctica de penitencia como manera de liberarse de lo superfluo y estar disponibles para socorrer a los necesitados. Y, por último, el amor entrañable a la Virgen María, modelo incomparable de fe, fidelidad a Dios y disponibilidad. 

Después de tomar posesión del convento de Valdepeñas como responsable de la comunidad, en el corto espacio de doce años, fundó dieciocho conventos en España y uno en Roma. Cuatro de ellos fueron fundados en nuestra diócesis: en Valdepeñas, Socuéllamos, Villanueva de los Infantes y La Solana.

Juan Bautista fue un brillante predicador, un sabio acompañante espiritual, y un profundo escritor de numerosas obras ascéticas, además de un amplio epistolario. En total:  ocho nutridos tomos de temática moral, teológica y ascética, a los que hay que sumar una relación autobiográfica y algunas obras místicas. 

Después de años dedicado por entero a la reforma de la Orden, fue apartado de las labores de Padre provincial. Resignado, pero lleno de fe y amor a la Orden, se retiró al convento de Córdoba, donde murió como consecuencia de una infección y de largos años de privaciones y ayunos. Desde allí, subió al cielo el 14 de febrero de 1613. Tenía 51 años. 

El testimonio de su vida y de sus obras, tanto en la vertiente teológica como en el campo de la caridad, hicieron que el papa san Pablo VI declarará solemnemente su santidad el 25 de mayo de 1975. 
 
Por Juan Carlos Torres Torres