El pasado 18 de marzo tuvo lugar en el Seminario el encuentro diocesano de la Unión Eucarística Reparadora.
En este encuentro, se presentó al nuevo consiliario de este movimiento en la diócesis, el sacerdote Francisco José García-Casarrubios Poveda. Junto a las nuevas mujeres que se incorporaron a la UNER, el obispo le impuso la medalla del movimiento al final de la misa.
La actividad comenzó por la mañana con varias intervenciones del obispo, don Gerardo Melgar; el rector del Seminario, Juan Serna; la hermana Filo, religiosa; el consiliario saliente, Isidro Martín-Consuegra, y el nuevo consiliario, Francisco José García-Casarrubios.
Después de la formación, el encuentro continuó con la eucaristía, presidida por el obispo en la capilla mayor del Seminario. Don Gerardo animó a las participantes a ser testigos del misterio de la eucaristía en el mundo. Para esto, advirtió el obispo, no se puede vivir por un lado la fe en la eucaristía y, por otro, vivir como si esa fe no convirtiera el corazón: «Nosotros hacemos lo que decimos y decimos lo que hacemos», dijo.
«Nosotros no solo somos responsables de nuestra fe, sino también de la fe de los demás. Quizá de nuestro testimonio depende la fe de los demás»
En el mismo sentido, don Gerardo invitó a todos los miembros de UNER a continuar viviendo la eucaristía como algo «esencial, de lo cual no podemos prescindir», pero sabiendo que «tenemos que ser apóstoles de la eucaristía, comunicar a los demás que es esencial para todos los cristianos». Esto porque «nosotros no solo somos responsables de nuestra fe, sino también de la fe de los demás. Quizá de nuestro testimonio depende la fe de los demás».
Para transmitir la fe, dijo el obispo, no estamos solos, sino que «Dios, como Padre nuestro, nos va a ayudar, nos va a dar fuerza allí donde no lleguemos, nos va a dar todo lo que necesitemos para que podamos, no solamente vivir nosotros la eucaristía, sino también contagiar nuestro entusiasmo y nuestra vocación a esta vida eucarística».
«Desde la adoración, tenemos que salir con esas ganas de ayudar, de comprometernos, de vivir lo que Jesús nos ha ido diciendo, sabiendo que Él nos escucha. Por eso, con gran alegría y con entusiasmo tenemos que poner todo lo que esté en nuestra mano y decirle al Señor que nos ayude y que nos dé todo aquello que necesitamos para responderle», concluyó.
Al término de la eucaristía, el obispo impuso las medallas a todas las mujeres que se incorporaron a la Unión Eucarística Reparadora. Además, impuso la medalla al nuevo consiliario.
Después de la comida, las participantes vieron un audiovisual sobre san Manuel González, fundador de la UNER, y terminaron el encuentro con un acto eucarístico de adoración.