La celebración del Miércoles de Ceniza congregó ayer a miles de fieles en las parroquias de la diócesis, que comenzaron la Cuaresma escuchando «Convertíos y creed en el Evangelio».
[Puedes ver un resumen en vídeo de la celebración en este enlace]
Con el rito de la Ceniza —cuya asistencia ha crecido considerablemente en los últimos años— comienza el camino cuaresmal de este año 2025 en el que se incide en la penitencia y la misericordia.
En la catedral, el obispo, don Gerardo Melgar, recordó el mensaje central del día: «Convertíos a mí de todo corazón; rasgad los corazones, no las vestiduras. Convertíos al Señor porque es compasivo y misericordioso. Esta es la llamada principal que recibimos hoy, en este Miércoles de Ceniza con el que inauguramos la Cuaresma».
La recepción de la ceniza, explicó, «estamos diciendo al Señor, a toda la comunidad y a nosotros mismos que queremos entrar en el proceso de acercamiento a Dios y a los hermanos, desechando de nosotros el pecado para vivir la nueva vida que Cristo nos propone».
La Cuaresma es un tiempo de gracia en el que la Iglesia propone «un programa de vida claro y exigente» para la conversión del corazón. Se trata, dijo don Gerardo, «de volvernos a Dios para que podamos escucharle y ser testigos de su verdad y de su amor en nuestra vida y en medio del mundo».
«Esta es la buena noticia de la salvación que nos ha traído Jesucristo […]. Ahora es el tiempo favorable. Ahora es el día de la salvación. Sí, este es el verdadero mensaje de la Cuaresma»
Sobre la fe, lamentó que a veces nos apartamos del camino que Dios nos propone, sin darnos cuenta de los «puentes» que Él nos tiende continuamente, al estar más centrados en los caminos del mundo. Aquí, la Cuaresma nos ayuda a «reconstruir los puentes rotos con Dios y con los hermanos, reconstruyendo, en muchos casos, nuestro propio ser». Esta conversión, aclaró, es fruto de la «gracia de Dios y de su misericordia».
«Esta es la buena noticia de la salvación que nos ha traído Jesucristo […]. Ahora es el tiempo favorable. Ahora es el día de la salvación. Sí, este es el verdadero mensaje de la Cuaresma», dijo el obispo, que reiteró que, al recibir la ceniza, «manifestamos que aceptamos esta llamada que el Señor nos hace a una verdadera conversión y a la fe: Convertíos y creed en el Evangelio». De nos ser así, el rito sería «totalmente vacío, inútil y sin sentido», puesto que, subrayó, «el Señor no se conforma con las apariencias ni con un encalado exterior de nuestra vida. Quiere una conversión real y sincera», dijo.
«Es un tiempo especial de gracia en el que Cristo sale a nuestro encuentro con los brazos extendidos […] para darnos su abrazo de amor y de perdón de todo cuanto hayamos pecado»
El Señor, continuó, «desea que nos abramos a su mensaje y transformemos nuestra vida viviéndola desde la verdad, la justicia y el amor. Porque en eso conocerán todos que somos discípulos suyos.
Don Gerardo invitó a todos a acercarse durante la Cuaresma al sacramento de la penitencia, «con un corazón arrepentido», puesto que «es un tiempo especial de gracia en el que Cristo sale a nuestro encuentro con los brazos extendidos […] para darnos su abrazo de amor y de perdón de todo cuanto hayamos pecado».
Tres prácticas cuaresmales son la oración, al ayuno y a la limosna. Desde la oración, explicó don Gerardo, es desde «donde podemos entender que la conversión es un don de Dios. Sobre el ayuno, invitó a la comunidad a abstenerse, no solo de comer carne, sino de «toda una serie de actitudes negativas que podamos tener en nuestra vida para vivir lo que sabemos que nos pide nuestra fe y lo que Cristo nos propone como programa de conversión». En cuanto a la limosna, dijo que nos libera de la esclavitud que crea el dinero y nos lleva a la práctica de la caridad, «para descubrir que el otro es mi hermano y con él debo compartir».
«Todos debemos sentirnos llamados hoy, queridos hermanos, a emprender el camino de la Cuaresma, este camino de conversión a Dios y a los hermanos sostenidos por la oración, la limosna y el ayuno, porque ellos nos preservarán de los males que enfrían la caridad y nos harán vivir desde la verdad y el amor de Dios para resucitar con Cristo a una vida nueva, la que Él nos da y la que Él nos consiguió con su muerte y resurrección», concluyó.
Después de la homilía, el obispo bendijo la ceniza, que se impuso a todos los fieles que participaron en la celebración en la catedral.
La imposición de la ceniza
Cubrirse con ceniza es un símbolo penitencial antiguo. En los primeros siglos de la Iglesia, quienes se acercaban a recibir la penitencia para celebrar la Pascua, vestían hábito penitencial y se ponían ceniza sobre la cabeza como expresión pública de su voluntad de convertirse.
Por tanto, la imposición de la ceniza es un gesto que expresa nuestro deseo de conversión, reconociendo nuestra fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por Dios. Es un signo que expresa la actitud penitente que debemos tener todos los cristianos durante la Cuaresma, camino de la Pascua.
La ceniza se prepara a partir de los ramos de olivo bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior.