«Que gocen de su descanso eterno junto a Dios»

Este 2 de noviembre, día en el que rezamos por todos los fieles difuntos, el obispo, don Gerardo Melgar, ha presidido la misa en el cementerio de Ciudad Real.

[Aquí puedes ver un resumen en vídeo de la misa]

La eucaristía ha contado con la presencia de autoridades y numerosos fieles, así como con la concelebración de sacerdotes de las parroquias de la capital.

«Nuestra participación hoy en esta eucaristía es un recuerdo agradecido y lleno de afecto y de cariño hacia quienes nos quisieron tanto mientras vivían y hoy ya no están con nosotros, porque han sido llamados por el Señor», ha comenzado diciendo don Gerardo. En este sentido, ha citado a san Agustín: «La fe tiene ojos más grandes, más potentes y más perspicaces que el cuerpo. A los que murieron se les llama durmientes porque en su día serán resucitados. Y, si buscáis la verdad, veréis que nuestros padres viven porque el alma no muere».
 

«Nuestra participación hoy en esta eucaristía es un recuerdo agradecido y lleno de afecto y de cariño hacia quienes nos quisieron tanto mientras vivían»


El obispo ha pedido la oración por los difuntos: «Si de ellos recordamos el cariño y el amor con que nos dieron a nosotros y cuánto necesitábamos mientras vivían con nosotros, ahora nosotros rezamos por ellos, porque tal vez lo único que necesiten en su situación actual, porque el alma no muere, sea esa purificación de sus pecados y deficiencias que nosotros podemos obtener de Dios con nuestra oración por ellos, para que definitivamente gocen de su descanso eterno junto a Dios y los santos en el cielo».

Ha insistido en que el recuerdo por los difuntos no puede quedar «en algo puramente nostálgico», sino que hemos de traducirlo en oración para «pedirle al Señor que si en algo quedaron manchados como fruto de su debilidad y de su fragilidad humana, que él les perdone y los purifique». Esta oración es importante de manera especial «ofreciendo el sacrificio incruento de Cristo en la cruz, que es la eucaristía, para que así como han compartido ya la muerte de Jesucristo, compartan también con él la gloria de la resurrección, para que Dios como Padre bueno y misericordioso, les conceda el perdón eterno, el descanso eterno y gocen de la felicidad eterna en el cielo. Nuestra oración es lo único que necesitan».

Por último, antes de continuar con la celebración de la misa, don Gerardo ha pedido: «Dios Padre, bueno y misericordioso. Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz eterna. Que así sea».