Pedro Julián es natural de Ballesteros de Calatrava. Con 31 años, el próximo 13 de julio será ordenado diácono. Nos habla en esta entrevista de su etapa formativa y de su vocación.
Tuviste una primera etapa en el Seminario, luego hiciste Administración y finanzas, y regresaste al Seminario. ¿Cómo madura la vocación?
La pregunta por la vocación ha sido un proceso de maduración y discernimiento continuo. Mi primera etapa en el Seminario me ayudó a entender qué es la vocación y las exigencias de la misma.
El tiempo que estuve fuera estudiando me permitió poner los pies en el suelo y ver las realidades del mundo, por lo que, al volver al Seminario, creo que mi vocación se vio fortalecida y enriquecida.
¿Cómo surgió el regreso al Seminario?
Durante el tiempo de estudio fuera del Seminario, continué mi dirección espiritual en el Seminario y participé en las actividades que me proponían. Así, cuando terminé mis estudios, regresar fue algo «natural». No tuve un nuevo empujón, sino que la llamada que recibí cuando era joven seguía repitiéndose en mí.
Hay jóvenes que no entienden cómo es la llamada, qué indica que Dios está abriendo el corazón para el sacerdocio...
Mi llamada fue algo muy sencillo. Mientras veía una película sobre la vida de san Juan Pablo II en catequesis, sin pensarlo, expresé delante de todos: «Yo creo que Dios quiere que sea cura». Tras ese comentario esporádico, el seminarista que estaba de pastoral en mi pueblo me animó a rezar y a preguntárselo a Dios.
Así lo hice muchas veces, hasta que un Jueves Santo, ante Jesús eucaristía en el monumento, sentí que así era, que Dios me llamaba a servirlo como sacerdote. En esa oración, sentí un gran amor de Dios dentro de mí y una profunda paz.
Vas a ser diácono de camino al sacerdocio. ¿Cómo vives este paso?
Estoy viviendo este paso con mucha alegría y calma, confiando plenamente en quien me ha llamado.
Es un tiempo de mayor oración y gratitud a Dios por todo lo que está haciendo en mí. También tengo mucha ilusión por servir a la Iglesia como diácono, esperando ayudar con humildad y dedicación a la misión que se me ha encomendado en el pueblo de Herencia.